Los amores (Ovidio) Libros Clásicos

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Si los cabellos de ébano le caen sobre la garganta de nieve, recuerdo que la hermosura de Leda consistía en su negra cabellera; si son rojos, que la Aurora sacude sus cabellos de color de azafrán, y me adapto por igual a todas las historias. Una novicia me atrae, una de edad madura me sugestiona; aquélla por sus carnes frescas, ésta por lo que sabe; en fin, que mi amor ambicioso quisiera llamar suyas a todas las bellezas que se admiran en la ciudad.
V
Vete lejos con tus flechas, Cupido; ninguna mujer vale tanto que me haga desear la muerte a todas horas. Sí, deseo morir cuando recuerdo tu felonía, joven nacida para mi eterna condenación. Las tablillas engañosas no me han revelado tu proceder, ni delataron tu crimen los regalos furtivos que recibiste. ¡Ay!, ojalá al recriminarte salieses victoriosa de la prueba.
¡Desgraciado de mí! ¿Por qué es tan justa mi causa? Feliz el que ama y se atreve a defender en alta voz a su amiga, si ésta puede contestar: «Soy inocente.» Tiene un corazón de hierro y se complace demasiado en dar pábulo a su cólera, el que corre tras una palma ensangrentada con el castigo de la culpable. Por desgracia, cuando me creías dormido, vi yo mismo tu traición, porque no había apurado el vino que me sirvieron. Vi cómo hablabais largamente con el fruncir del entrecejo; con vuestros gestos os entendíais a maravilla: tus ojos no supieron callar, trazaste con vino en la mesa lo que querías, y hasta tus dedos se convirtieron en letras. No os riáis a mi costa; he comprendido vuestros coloquios, descifré las palabras ocultas en las señas que habíais convenido. Ya. muchos comensales abandonaban la mesa sin manteles y no quedaban más que dos jóvenes detenidos, por la embriaguez. Entonces os sorprendí dándoos culpables besos, y me pareció oír que se chocaban vuestras lenguas: No eran los besos que da una her-mana a su honesto hermano, sino los que la tierna querida brinda a su arrebatado amante: no eran los que Febo imprime en el rostro de Diana, sino más bien los que Venus regala a su caro Marte.

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