Reconquistar Plenty (Colin Greenland) Libros Clásicos

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Su voz se había convertido en un murmullo-. Abre tu me-me-ente. -Dame eso-dije.
Le arranqué la tarjeta de entre los dedos y sentí el suave tirón de la resistencia magnética que intentaba mantenerla pegada a su muñeca. Volví a meter la tarjeta dentro de mi bolsillo.
-Pero si eres muy hermosa -dijo-. Por dentro. Estás muy bien integrada.
Me contempló poniendo una cara de éxtasis tan increíble que casi parecía imbecilidad. Su enorme mandíbula colgaba hacia abajo y me hizo pensar en una escotilla abierta, y de repente dejé de creerle. No podía creer que hubiera extraído ningún dato de la tarjeta. Todo aquello era un truco barato, una rutina que utilizaba cada vez que se encontraba con alguien lo suficientemente idiota y que servía para convencer a la presa de que cuando te "interconectabas" ocurrían toda clase de cosas maravillosas.
-De acuerdo-dije-. ¿Cuál es mi signo
-¿Signo? -repitió él. Estab
segura de que no lo sabía. -M
signo estelar-insistí
Sacó el dedo del cajero y volvió a obsequiarme con aquella sonrisa de
retrasado mental. -Ahora todos vivimos bajo el signo de Capella, Tabitha -dijo con
afabilidad-. Gra-gracias por el do-do-donativo -añadió. Y se fue. -¡Eh! -grité yo-. ¡Eh, vuelve aquí! No volvió. Me di la vuelta y busqué a la policía con la mirada. Se había ido. El chico del bar de aguas se estaba riendo de mí. ¿Y NO INTENTO ALCANZARLE, CAPITANA? No. Le dejé marchar. PERO... ¿POR QUÉ? Porque era un enchufado. Por Angie. Y, naturalmente, los perks no tardaron en aparecer por el extremo abierto
del hangar y se apelotonaron alrededor de la Alice que crujía y emitía chorros de vapor a medida que se iba enfriando.
Tabitha les vio por el parabrisas. Los perks eran siluetas negras que se movían sobre un fondo púrpura y que entraban corriendo en el hangar chillando y agarrándose a las paredes marrones cubiertas de nudosidades y protuberancias. Sus cabecitas achatadas giraban en todas direcciones y el haz luminoso de la baliza hacía que sus ojillos emitieran destellos azules.
La primera idea que le pasó por la cabeza fue que habían venido a por ella.
Y un instante después recordó que los perks se habían hecho los amos de los muelles de Plenty.
Encendió los reflectores del casco y llenó el hangar con una letal claridad blanca. Vio como los perks parpadeaban y se encogían sobre sí mismos, y sintió un leve deleite vengativo.

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