El castillo de lindabridis (Pedro Calderón de la Barca) Libros Clásicos

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fiera de estos montes muero.
¡Dadme favor, dadme ayuda!
SIRENE: ¡Al castillo, caballeros!
Que vuestra gloria difunta
a manos de un monstruo yace.

Dentro ROSICLER y FLORISEO


ROSICLER: Sirena, las voces tuyas
no me engañarán, que atado
al árbol de la fortuna
estoy.
FLORISEO: Cocodrilo aleve,
que voz humana pronuncias,
no me vencerá tu encanto.
LINDABRIDIS: ¡Ah leyes de honor injustas!
¿Cuál es la dama que ver
cobarde a su amante gusta?
FLORISEO: Responded cantando siempre.
ROSICLER: No dejéis de cantar nunca.
ARMINDA: ¡Al castillo, caballeros!
FAUNO: Escaparte no presumas.
LINDABRIDIS: ¿Cómo están sordos los cielos
a mi voz?
FAUNO: Como en mi injuria
los cielos no oyen.
LINDABRIDIS: ¿Los montes
cómo no se descoyuntan?
FAUNO: Son los montes mis vasallos.
LINDABRIDIS: ¿Las fieras?
FAUNO: Temen mi furia.
LINDABRIDIS: ¿Los hombres?
FAUNO: No se me atreven.
LINDABRIDIS: ¿Los rayos?
FAUNO: Mi voz los turba;
que soy rayo, muerte y fiera.
LINDABRIDIS: Yo rabia, veneno y furia.
¡Caballeros, al castillo!
Romped las leyes injustas.
¡Al castillo, caballeros!

Éntranse LINDABRIDIS, ARMINDA y SIRENE, y
síguelas FAUNO. Sale CLARIDIANA


CLARIDIANA: ¿Mi valor qué dificulta,
que no entra a ver qué ocasión
el monte de horror ocupa?
¿Qué aventuro en esto yo?
¿Las esperanzas futuras
de Lindabridis qué importan,
si yo no las tuve nunca?

Vase. Vuelven a salir FAUNO, LINDABRIDIS,
CLARIDIANA y las damas


LINDABRIDIS: ¡Que estén sordos los cielos!
¿Qué mucho, si el amor lo está y los celos?
CLARIDIANA: No así al amor ofendas,
ni deslucir su vanidad pretendas;
que yo por él satisfacerte espero.
FAUNO: (¡Qué bello joven!) Aparte
CLARIDIANA: (¡Qué galán tan fiero!) Aparte
LINDABRIDIS: (¡Qué desdichada suerte, Aparte
si mi vida redimo con su muerte!)
FAUNO: (No sé qué nuevas ansias he sentido Aparte
de que éste en su favor haya venido,

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