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FEBO: Hipogrifo desbocado,
parto disforme del viento,
¿dónde te cupo el aliento
para haber atravesado,
ya en la carrera, ya a nado,
tanta tierra y tanto mar?
Hijo o monstruo singular
del tiempo debes de ser,
pues que te enseñó a correr
y no te enseñó a parar.
Mas no; que si tu ambición,
cuando las riendas te di,
haciéndote dueño a ti
de mi desesperación,
se paró, no fue esta acción
del tiempo; ya tu violencia
de la fortuna fue herencia,
pues pudo en tanto fracaso
contigo más el acaso
que pudo la diligencia.
¿Qué escuela, di, te ha instruido?
¿Qué lección, di, te ha enseñado,
que te desboques llamado
y te detengas herido?
Mas si en un concepto has sido
tiempo y en otro después
fortuna, ya mejor es
hacer dos sentencias una,
pues eres tiempo y fortuna
en andar siempre al revés.
¿Cuál fue tu dueño, me di,
que con mi vida fïel
y con mis desdichas crüel,
me quiso ausentar así?
Mas ¿qué discurro--¡ay de mí!--
cuando me llego a mirar
en tan remoto lugar,
lleno de penas y enojos,
con los míseros despojos
que escapé de fuego y mar?
¿Dónde iré? Pero ¿qué veo?
Cajas
Al caer de esta montaña
que el mar proceloso baña,
una vega fértil veo
que adorna el marcial trofeo,
pues en varios resplandores
al monte hacen sus colores
una hermosa emulación,
las tiendas las peñas son
y las plumas son las flores.
De la mayor--que es esfera
en los rasgos y bosquejos,
en la luz y los reflejos
del sol y la primavera--
sale un joven que pudiera
dar cuidado a Venus, pues
en sólo un sujeto es
bello Adonis, Martes fiero.
Aquí retirado espero
saberlo todo después.
Escóndese con el caballo entre los