El castillo de lindabridis (Pedro Calderón de la Barca) Libros Clásicos

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ira y amor, piedad y rigor hallo
en el dueño feliz de ese caballo.
En él vine hasta aquí y, si haber perdido
por fortuna en el mar armas y hacienda,
causa bastante a mi desprecio ha sido,
yo haré que el mundo el desengaño entienda.
Haz sin armas el campo que te pido,
porque no me hagan falta, y yo defienda,
que ser merece Lindabridis bella
reina en el mundo, y en el cielo estrella.

LICANOR: Febo, de vuestro valor
no dudo, y es bien se crea
de un osado caballero
mayores fortunas que éstas.
Sucesos tristes o alegres,
suertes prósperas o adversas
ni deslucen, ni dan fama;
que el sol no de serlo deja
por nieblas que se le opongan,
por nubes que se le atrevan.
Pero, esto aparte, os respondo
que yo soy quien hace buena
esta campaña y no puedo
alterar las leyes de ella.
Caballero que perdió
--en buena o en mala guerra,
en buena o mala fortuna--
el escudo, que es su empresa,
hasta que por su persona
otro gane, el duelo excepta.
Y así, aunque yo sea el primero
que vuestras desdichas crea,
seré el primero también
que guarde a la ley la fuerza.
Fuera de esto, no se admite
caballero que no entrega
testimonio de que es él
el mismo que se presenta.
Éste es pleito, yo soy juez,
y no basta que lo sepa
yo, si vos no lo probáis.
Y así, Febo invicto, es fuerza
que yo, conforme a lo visto,
haya de dar la sentencia.
Ganad armas y volved
con testimonio y certeza
de que sois el que decís;
que Meridián os espera
y yo os haré bueno el día,
partiendo con vos la tierra,
el aire, el polvo y el sol.

Vase


FEBO: Sí haré; y porque no padezca

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