El purgatorio del San Patricio (Pedro Calderón de la Barca) Libros Clásicos

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Los dos polos de mi vida
eran mujeres y juegos,
en quien toda se fundaba:
¡mira sobre qué cimientos! 455
No te podrá referir
mi lengua aquí por extenso
mis sucesos, pero haré
una breve copia dellos.
Por forzar a una doncella, 460
di la muerte a un noble viejo,
su padre; y, por su mujer,
a un honrado caballero
en su cama maté, donde
con ella estaba durmiendo, 465
y entre su sangre bañado
su honor, teatro funesto
fue el lecho, mezclando entonces
homicidio y adulterio.
Y, al fin, el padre y marido 470
por su honor las vidas dieron,
que hay mártires del honor:
¡téngalos Dios en el cielo!
Huyendo deste castigo,
pasé a Francia, donde pienso 475
que no olvidó la memoria
de mis hazañas el tiempo,
porque asistiendo a las guerras
que entonces se dispusieron
entre Ingalaterra y Francia, 480
yo, debajo del gobierno
de Estéfano, rey francés,
milité, y en un encuentro
que se ofreció me mostré
tanto que me dio por premio 485
de mi valor el Rey mismo
una bandera. No quiero
decirte si le pagué
aquella deuda. Bien presto
volví a Perpiñán honrado, 490
y entrando a jugar a un cuerpo
de guardia, sobre nonada
di un bofetón a un sargento,
maté a un capitán, herí
a unos tres o cuatro dellos. 495
A las voces acudió
toda la justicia luego,
y sobre tomar iglesia,
ya en la resistencia puesto,
a un corchete di la muerte 500
-algo había de hacer bueno
entre tantas cosas malas-:
¡téngale Dios en el cielo!
Toméla, en fin, en un campo,
en un sagrado convento 505
de religiosas que estaba
fundado en aquel desierto.
Allí estuve retirado
y regalado en estremo,
por ser allí religiosa 510
una dama, cuyo deudo
la puso en obligación
deste cuidado. Mi pecho,
como basilisco ya,
trocó la miel en veneno; 515

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