Las manos blancas no ofenden (Pedro Calderón de la Barca) Libros Clásicos

Página 35 de 80

será mi muerte favor,
ven; mas pisando tan quedo
que los pasos del valor
parezca que los da el miedo.
Ven; que, habiendo de morir,
yo te saldré a recibir.
Mas ¡ay de mí! que querrás,
para que yo sienta más...
CÉSAR Y FEDERICO:"...que no te sienta venir."
FEDERICO: El pesar no ha de quitar
el placer de merecer,
mas ¡cuál debo yo de estar
el día que es mi placer
no morir de tu pesar!
Y al que me llegue a pedir
razón le sabré decir
que en mi dueño singular
del vivir se hizo pesar...
CÉSAR Y FEDERICO:"...porque el placer del morir."
FEDERICO: Y tú, si otro te pidiere
razón de por qué un desdén
más agravia a quien más quiere,
le podrás decir también
otra que aquélla prefiere,
diciendo, si es escondida
llama amor, bien mi tristeza
huye dél, porque ofendida
de otro incendio otra fineza...
CÉSAR Y FEDERICO:"...no me vuelva a dar la vida."

SERAFINA: Aguarda, Celia; que ya
que a un tiempo en mis dos orejas,
aquí música, allí llanto
o suenan mal o no suenan,
quiero ajustar una duda.

Salen LISARDA y NISE al paño


NISE: Federico y la princesa
están aquí.
LISARDA: Pues aguarda,
que destas murtas cubiertas
oiremos.
NISE: ¡Que ha de haber murtas,
ya que aquí no hubiese puertas!
SERAFINA: Muchas veces, Federico,
en equívocas respuestas
me habéis querido decir
no sé qué, y no soy tan necia
que, ya que no entiendo el todo,
alguna parte no entienda.
La primera vez dijisteis
que veníais en defensa
de un agravio que me hacían
en que nadie me merezca;
pues me mereció quien fue
dueño de mi vida. Esta
proposición repetida
y no explicada, me lleva
curiosamente a saber
qué queréis decir en ella.
Habladme claro.
FEDERICO: Sí haré.

Página 35 de 80
 

Paginas:
Grupo de Paginas:       

Compartir:



Diccionario: