Nadie fíe su secreto (Pedro Calderón de la Barca) Libros Clásicos

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¡Ay, Elvira! No te asombres
de verme hablar de esta suerte;
el desprecio es el más fuerte
hechizo para los hombres.
ELVIRA: Quejosa con causa estás.
Mas, ¿que otra vez no vendrías
a la reja no decías?
ANA: No pude sufrirlo más.
¡Ay agravio riguroso!
Si esto llegara a advertir,
bien le pudiera escribir
papel menos amoroso.
Ya mi desdicha crüel
tarde el remedio me acuerda.
Mas, ¿qué mujer fuera cuerda
a solas con un papel?
ELVIRA: Si ahora, señora, viniera,
¿hablárasle rigurosa
o apacible y amorosa?
ANA: No sé, Elvira, lo que hiciera.
¿No puede ser que haya estado
en una ocasión forzosa
de papeles u otra cosa
de su señor ocupado?
ELVIRA: ¿Le disculpas?
ANA: Por buscar
consuelo.
ELVIRA: Quien le previene
la disculpa, gana tiene...
ANA: Di; ¿de qué?
ELVIRA: ...de perdonar.
ANA: Si viniera ahora--mira
lo que es querer--y me diera
disculpa, aunque lo supiera
yo misma que era mentira,
por mi respeto me holgara;
y por verle disculpar
hoy, me dejara engañar.
Ojalá que él me engañara.

Salen don CÉSAR y LAZARO


LÁZARO: ¿Dónde vamos de esta suerte?
¿No ves que ya ha amanecido?
CÉSAR: Voy, Lázaro, donde ha sido
mi vida, a que vea mi muerte.
Dejé al príncipe en palacio,
y con un necio deseo
vengo, por si acaso veo...
LÁZARO: Tú vienes con lindo espacio.
CÉSAR: ...alguien en las rejas.
LÁZARO: Sí,
una mujer hay, por Dios;
y aunque digo una, son dos.
CÉSAR: ¿Cómo llegaré? ¡Ay de mí!
Llega tú, Lázaro, y mira
si por ventura es mi bien.
LÁZARO: ¿Cómo he de ir yo? Que también
estará enojada Elvira.
CÉSAR: ¿Sois vos, señora?
ANA: Yo soy,
César, la que os esperaba,
que ajena entonces estaba
de lo que advertida estoy.
Pero soy la que ofendida
tiene, ya desengañada,

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