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FIN DE LA JORNADA SEGUNDA
JORNADA TERCERA
Salen don CÉSAR y LÁZARO de noche
CÉSAR: Ya entre sus brazos me pinto.
LÁZARO: Yo dibujando me voy
en los de mi Elvira.
CÉSAR: Hoy
salgo de este laberinto.
LÁZARO: Mas no entremos dentro de él;
que es salir difícil cosa.
CÉSAR: Siempre una industria ingeniosa
vence la estrella crüel.
No he visto al príncipe hoy,
ni a don Félix he encontrado,
a ningún amigo he hablado,
y a su misma casa voy.
LÁZARO: Así en este mundo pasa
que con osada cautela
quien más su peligro cela
es quien le mete en su casa.
Mil veces un retraído
ir honrando el cuerpo veo;
que es sagrado para el reo
el lado del ofendido.
Mil damas, por ocasión
de qué en la calle dirán,
meten en casa el galán,
y vuelven por su opinión.
CÉSAR: Yo, de padecer cansado
las injustas sinrazones
de perdidas ocasiones,
este remedio he buscado.
Nadie me ha visto venir;
todo el día le he tenido,
donde sabes, escondido.
Pues, ¿cómo ha de prevenir
la Fortuna siempre airada
hoy industria contra mí?
LÁZARO: ¿Hablaste a don Arias?
CÉSAR: Sí.
LÁZARO: Pues ves ahí la industria hallada.
Señor, si darme el papel
don Félix acaso viera,
que le tenías supiera,
mas no lo que dijo en él.
Si quien se lo fue a decir
hoy estorbarte desea,
¿qué importa que no te vea,
si sabe que has de venir?
Yo a ningún hombre señalo;
pero que dirá, colijo,
cualquiera cosa quien dijo
lo de la espada de palo.
CÉSAR: Don Arias es muy discreto,
muy noble y amigo mío,
que basta; y así le fío
éste y cualquiera secreto.
Sé que le sabrá guardar;
que es el secreto un tesoro