El cordero de Isaias (Pedro Calderón de la Barca) Libros Clásicos

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Cuantas respuestas en oro 345 te da Beel, cuantas respuestas en plata Mohab, en bronce Moloc, Astarot en piedra, en cobre Behemot, en hierro Dagón, Bahalín en madera, 350 sin otros caseros dioses en estaño, barro y cera; todas son inspiraciones que a tu invocación revelan sobre los pasados hechos 355 las futuras contingencias que te hacen ídolo humano pues te dan el culto dellas, por ser tú quien las pronuncia, siendo yo quien las alienta. 360 Mira si sabiendo ya quién soy, habrá otro que sepa más que tú misma de mí; y mira, siendo yo en esta ocasión el que te invoca, 365 si debes estarme atenta. Ya sabes (pero no importa que lo diga, que hay materias que no es sobra el repetirlas y hace falta el no entenderlas), 370 ya sabes como Sabá trujo con la descendencia de Salomón a Etiopia la Escrita Ley, y que della, en virtud de su observancia, 375 y en feudo de su obediencia de Jerusalén al templo fuese un cordero la ofrenda. Este común terremoto, que tanto al mundo amedrenta, 380 ha despertado en Candaces (que legítima heredera de Salomón y Sabá hoy en el oriente reina) tal fervor, que en hacimiento 385 de gracias, de que no venga el golpe tras el amago, dispone que Behomud sea, su valido, el que le lleve y el que en su nombre le ofrezca. 390 Esto de ser un cordero la oblación, siempre que a verla llego inmolada, es en mí de la accesión de mis penas el crecimiento, si es 395 que puede ser que en mí crezcan, trayéndome a la memoria que la víctima primera que a Dios se dio en sacrificio, fue sobre cruzada leña 400 de verdes troncos de Abel el cordero, cuya hoguera ardió sin fuego hasta que bajó del cielo a encenderla.

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