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pero no te di palabra
de guardarte en el ajena.
Y así, poniendo la planta
en tierra del rey, verás
que quien te libra te agravia,
quien te asegura te ofende
y quien te vale te mata.
Vete ahora libre.
LEONOR: Espera;
que yo no he dado palabra
de no ofenderte; y así,
puedo tomar la venganza.
ALMIRANTE: Tente, sobrina; y advierte
que le defiendo. --¿Qué aguardas?
Vete libre. Di ¿qué esperas?
ALONSO: Besar tus invictas plantas
por acción tan generosa.
ALMIRANTE: No lo dirás cuando hayas
dado a mi acero la vida.
ALONSO: ¿Qué más airosa alabanza
que morir a tales manos?
LEONOR: ¡Sin vida voy!
ALMIRANTE: ¡Voy sin alma!
ALONSO: ¿Qué dices, Luis Pérez, de esto?
LUIS: Que aun mejor está que estaba.
Déjenos salir de aquí
hoy, que en su poder nos halla;
que, una vez allá, veremos
quién se lleva el gato al agua.
FIN DE LA JORNADA PRIMERA
JORNADA SEGUNDA
Salen MANUEL y doña JUANA de
camino
MANUEL: Nunca viene solo el mal.
JUANA: Es que desdichas y penas
se llaman unas a otras.
MANUEL: ¡Ay, Juana, cuánto me pesa
el verte venir así,
peregrinando por tierras
extrañas! Cuando pensé
que Galicia puerto fuera
de nuestra tormenta, ha sido
golfo de mayor tormenta;
pues otro nuevo accidente
nos saca de Salvatierra
y trae a la Andalucía,
corriendo de esta manera
ajenas patrias.
JUANA: Manuel,
cuando yo dejé mi tierra
y padres por ti, salí
a más desdichas dispuesta.
No salí yo por vivir
eligiendo esta ni aquella
provincia, sino por sólo
vivir contigo, así sea
donde quiera mi desdicha
o donde mi dicha quiera.
MANUEL: ¿Cón qué acciones, qué palabras
podrá declarar la lengua
un justo agradecimiento?
Pero dejando finezas
amorosas a una parte,
¿dónde aquel criado queda