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Llegad, llegad a prenderme.
Viene rodando
JUEZ: Aun muerto se me resiste.
ISABEL: Esperad, no le matéis
o, si esa saña atrevida
a él le quitó la vida,
con ella no me dejéis.
JUEZ: Caminad a Salvatierra;
que en tal presa voy contento.
Vanse LUIS Pérez preso, el JUEZ y su gente.
Habla MANUEL en lo alto
MANUEL: ¡Suelta!
JUANA: ¿Qué intentas?
MANUEL: Intento
despeñarme de esta sierra.
JUANA: ¡Detente!
MANUEL: ¡Suelta o, por Dios,
que te arroje de mis brazos
a ese valle, hecha pedazos,
donde muramos los dos!
Baja MANUEL. Sale don ALONSO muy
alborotado
ALONSO: ¿Qué es esto?
MANUEL: Que llevan preso
a Luis Pérez este día.
A riesgo de la honra mía,
de mi amistad el exceso
se ha de ver.
ALONSO: Vamos tras él;
que, aunque encubierto he venido,
y estarlo aquí he pretendido,
si ha llegado a tan crüel
estado y a tales puntos
de un amigo los extremos,
las máscaras nos quitemos,
y muramos todos juntos.
Vanse. Salen ALGUACIL 1 y ALGUACIL 2 con
PEDRO
ALGUACIL 1: Bravo ruido es el que suena
en el monte y en el valle.
PEDRO: Espérenme aquí un poquito;
que yo iré y, en un instante,
bien informado de todo,
veloz volveré a contarles
lo que pasa.
ALGUACIL 2: Estése quedo,
y un átomo no se aparte,
o detendránle dos balas.
PEDRO: Serán rémoras notables.
Ahora bien, pues que no quieren
que vaya y vuelva a informarles,
vayan y vuelvan los dos
a informarme a mí, que es fácil.
ALGUACIL 2: No te habemos de dejar
un minuto.
PEDRO: ¿Hay más constantes
guardas? ¿Soy día de fiesta,
para que todos me guarden?
Si bien tengo aquí un consuelo,
y es que no vendrá a buscarme,