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Tampoco fue difícil deducir cuál pudo haber sido esta arma. En el suelo y cerca del cadáver había una curiosa rnaza de madera dura tallada, con un mango de hueso. El coronel poseía una variada colección de armas traídas de los diferentes paises en los que habla luchado, y la policía conjetura que esta maza figuraba entre sus trofeos. Los sirvientes niegan haberla visto antes, pero entre las numerosas curiosidades que hay en la casa es posible que les hubiera pasado por alto. Nada más de importancia descubrió la policía en la habitación, salvo el hecho inexplicable de que ni en la persona de la señora Barclay ni sobre la víctima ni en parte alguna de la habitación se encontró la llave perdida. Finalmente, la puerta tuvo que abrirla un cerrajero de Aldershot.
Así estaban las cosas, Watson, cuando el lunes por la mañana me trasladé a Aldershot, a petición del mayor Murphy, para respaldar los esfuerzos de la policía. Pienso que reconocerá que el problema ofrecía ya su interés, pero mis observaciones pronto me hicieron comprender que era en realidad mucho más extraordinario que todo cuanto pudiera aparentar a primera vista.
Antes de examinar la habitación, interrogué a los sirvientes, pero sólo conseguí obtener los hechos que ya he explicado. Otro detalle interesante fue el que recordó la camarera Jane Stewart. Como ya le he dicho, al oír los ecos de la disputa bajó y regresó con los otros criados. Dice que en la primera ocasión, cuando ella estaba sola, las voces de su señor y de su señora eran tan bajas que apenas pudo oír nada y juzgó por sus tonos, más bien que por sus palabras, que había una seria desavenencia entre ellos. Sin embargo, al insistir yo en mis preguntas, recordó haber oído el nombre «David, pronunciado dos veces por la dama. Este punto tiene la mayor importancia para orientarnos respecto al motivo de la súbita pelea. Recordará que el nombre del coronel era James.
Había algo en el caso que causó profunda impresión tanto a los sirvientes como a la policía. Hablo de la deformación en la cara del coronel. Según su relato, había quedado grabada en ella la expresión de miedo y horror más tremenda que pueda asumir una faz humana. Ésto, claro está, encajaba perfectamente con la teoría de la policía, en el caso de que el coronel hubiera podido ver a su esposa en el momento de efectuar ésta un ataque mortífero contra él.