Los Muchachos de Jo (Louisa May Alcott) Libros Clásicos

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En el momento en que se dirigían al comedor apareció en la puerta principal un hombre vestido con un terno azul, que entraba diciendo en alta voz:
-¿Pero dónde está esta familia? ¿Dónde están ustedes?
-¡Emil! ¡Emil! ¿Eres tú? -exclamó Josie, y en un momento se vio el recién llegado rodeado de los pequeños, terminando la riña de Josie y Teddy para saludar al visitante.
Entró éste con ellos en la habitación donde estaban los mayores, besó en seguida a todas las mujeres y dio la mano a los hombres, menos a su tío, al que dio un abrazo a la usanza alemana.
-No creí poder venir hoy -comenzó diciendo el recién llegado-; pero por fin pude desembarcar, y al momento tomé rumbo hacia el viejo Plum; pero como no se veía un alma por las calles, "orcé" al momento y "enfilé" la "proa" al Parnaso; y aquí me tienen ustedes contentísimo de verlos buenos y alegres -exclamó el joven marino, haciendo un saludo general con la cabeza y permaneciendo con los pies separados como si estuviera sobre la cu­bierta del buque.
-Oye, Emil, ¿sabes que me gusta mucho el olor que echas a brea? ... Habla siempre en términos náuticos porque las demás palabras no te pegan -dijo Josie, acercándose más y aspirando el olor de sus ropas con alegría.
-Basta, basta ya; que ya sé lo que queréis vosotros; dejadme "sondear" primero -dijo Emil sonriendo, al comprender las interesadas caricias de los pequeños, a quienes alejaba con una mano, mientras que con la otra levantaba en el aire los paquetes que traía-. Mira, esto para ti, Josie -le dijo, colgándole al cuello un collar muy bonito de coral encarnado-. A Bess le traigo esta colección de conchas; y he creído que a Daisy le gustaría un violín -dijo el marinero, riéndose al entregarle un broche en forma de violín-. Este animalucho -siguió diciendo Emil, mostrando una cabeza de oso., que se abrió y apareció un tintero -es para la tía Jo.
-¡Muy bien, comodoro, muy bien! Sigue trayéndome cosas -dijo la señora Jo con tanta ale­gría, que hizo reír al profesor, el cual dijo "que con aquel tintero y su talento podría producir obras como las de Shakespeare".
-Como a tía Meg le gusta tanto usar cofia, le rogué a Ludmilla que me buscara un trozo de encaje. Espero que te gustará.

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