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Todo parece reunirse para aumentar mi delito la atmósfera que respiro está llena de voluptuosidad; la mesa que me sirvo, empleada por la primera vez para este uso, viera ser para mí un altar sagrado del amor. ¡Ah, cuánto más hermosa va a parecerme en adelante! Sobre ella habré trazado el juramento de amarla toda la vida. Excuse, le suplico, el desorden de mis ideas. Tal vez no debería abandonarme tanto a un amoroso arrebato que no comparto con usted; es preciso que la deje un instante para calmar un delirio que aumenta a cada momento y al que no puedo resistir.
Vuelvo a usted, dueña de mi vida, y siempre con igual ansia. Sin embargo la sensación de la dicha ha huido dejando en su Iugar la de las privaciones más crueles. ¿De qué me sirve hablarle mis sentimientos si no hallo el medio de convencerla? Después de tantos esfuerzos inútiles la confianza y las fuerzas me abandonan; si me acuerdo aún de los placeres del amor es para sentir más haberlos perdido. No hallo remedio sino en su indulgencia, y en razón de cuánto la necesito espero conseguirla. Sin embargo, nunca ha sido más respetuoso mi amor; es tal, que la virtud más severa no debería temerle; pero temo yo mismo hablar a usted más tiempo del pesar que experimento. Estando seguro de que aquella que causa no lo sufre como yo, es preciso a lo menos no abusar de su bondad empleando más tiempo en renovarle esta imagen dolorosa.
La alargo sólo un instante para suplicar a usted que se sirva responderme y no dude jamás de la sinceridad de mis sentimientos.
Escrita en P... con fecha de P..., a 30 de agosto de 17...
CARTA XLIX
CECILIA VOLANGES AL CABALLERO DANCENY
Sin ser ligera ni falsa, me basta, señor, haber llegado a penetrar mi conducta para saber que necesito mudarla. He prometido este sacrificio a Dios mientras puedo hacer el de los sentimientos que tengo por usted y que su estado religioso hace más criminales. Conozco que me será muy sensible y no oculte que desde antes de ayer he llorado cuantas veces he pensado en usted; pero confío en que Dios me dará la fuerza necesaria pues olvidarle, según se lo pido día y noche. Espero aún de su amista y honradez que no buscará apartarme de la buena resolución que me ha inspirado y en la que me obligo a mantenerme.