Las amistades peligrosas (Choderlos de Laclos) Libros Clásicos

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Creo también que una vez que sentimos amor, éste influye también en la amistad. La que yo te profeso, no ha mudado; es siempre la misma que cuando estaba en el convento; pero lo que te digo me sucede con la señora de Merteuil. Me parece que la amo más a la manera con que amo a Danceny y que algunas veces quisiera que ella fuese él. Tal vez consiste en que no es un amistad de niños como la nuestra; o bien en que los veo juntos tantas veces que esto hace que me engañe. En fin, lo cierto es que entre los dos me hacen bien dichosa; y, en definitiva, no creo que hay gran mal en lo que hago. Así que, por mí, quisiera quedarme siempre como estoy; y sólo la idea de mi boda me apena, pues si el señor Gercourt es como me han dicho, y no lo dudo, no sé lo qué será de mí. Adiós, mi Sofía: te amo siempre con la misma ternura.
En..., a 4 de setiembre de 17...

CARTA LVI
LA PRESIDENTA DE TOURVEL AL VIZCONDE DE VALMONT
¿De qué le serviría, señor, la respuesta que me pide? ¿El creer sinceros sus sentimientos, no sería razón de más para temerlos? y, sin averiguar su sinceridad ¿no basta en sí, y no debe bastar a usted mismo, que yo no quiera ni deba corresponder a ellos?
Supongamos que usted me amase verdaderamente (y sólo consiento en admitir esta suposición, para no volver más a hablar sobre este asunto), ¿serían menos insuperables los obstáculos que nos separan? ¿y me quedará otra cosa, sino desear que usted pueda vencer pronto ese amor, y, sobre todo, ayudarle a ello cuanto me fuese posible, quitándole toda esperanza? Usted mismo confiesa que este sentimiento es penoso, cuando el objeto que lo inspira no lo experimenta mutuamente. Sabe, pues, que me es imposible entregarme a él, y aun cuando esta desgracia me sucediese, yo sería más digna de lástima, sin que usted fuese más feliz. Me lisonjeo de que me estima bastante para no dudar nunca de ello; cese, pues, se lo ruego, en querer turbar mi corazón, que tanto necesita de serenidad; no me obligue a que me pese el haberle conocido.
Querida y estimada por mi marido, que amo y respeto, mis placeres y mis obligaciones se unen en una misma persona.

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