Crónicas del castillo de Brass (Michael Moorcock) Libros Clásicos

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El príncipe Lonson sonrió y, a sugerencia de Yisselda, se sentó junto a la señora del castillo. Se sirvió un filete del plato que tenía delante.

Hawkmoon empezó a leer la carta de la reina Flana. Contenía noticias generales sobre sus proyectos para convertir en terrenos de cultivo extensas zonas de su nación. Daba la impresión de que marchaban viento en popa. De hecho, en algunos casos contaban con excedentes que pensaban vender a Normandía y Hanoveria, cuyas cosechas también iban bien. Pero fue el final de la misiva a lo que Hawkmoon dedicó mayor atención.

«Y ahora llegamos al único punto desagradable de esta carta, mi querido Dorian. Por lo visto, mis esfuerzos por librar a mi país de los restos de su oscuro pasado no han sido coronados con un éxito total. El empleo de máscaras ha vuelto a resurgir. Tengo entendido que se han producido algunos intentos de resucitar algunas Ordenes de las Bestias, en particular la Orden del Lobo, cuyo Gran Maestre, como recordarás, era el barón Meliadus. En algunas ocasiones, mis agentes se han disfrazado de miembros del culto y conseguido introducirse en sus reuniones. Se ha jurado, cosa que tal vez te divierta (¡confío en que no te preocupe!) restaurar la gloria del Imperio Oscuro, expulsarme de mi trono y destruir a todos mis leales, así como vengarse de ti y de tu familia. Dicen que los supervivientes de la batalla de Londra han de ser exterminados. En tu segura Kamarg, dudo que unos cuantos disidentes de Granbretán representen algún peligro para ti, por lo cual te aconsejo que sigas durmiendo bien. Sé con toda seguridad que esos cultos secretos no son muy populares, y sólo arraigan en aquellas partes de Londra que aún no han sido reconstruidas. La gran mayoría del pueblo, tanto aristócratas como plebeyos, ha abrazado con alegría la vida rural y el gobierno parlamentario. Cuando Granbretán era sana, se gobernaba así. Confío en que hayamos recobrado la cordura y que pronto se erradiquen de nuestra sociedad esos escasos atisbos de locura. Otro rumor peculiar que mis agentes aún no han podido verificar es que algunos de los peores señores del Imperio Oscuro siguen con vida, y aguardan ocultos a recobrar su "legítimo lugar como gobernantes de Granbretán". No puedo creerlo; se me antoja la típica leyenda inventada por los desheredados. Debe haber un millar de héroes que duermen en cavernas diseminadas por toda Granbretán, a la espera de acudir en ayuda de alguien cuando llegue el momento (¡me pregunto por qué no llega nunca!). Para asegurarse, mis agentes intentan descubrir la fuente de dichos rumores, pero lamento decir que varios han muerto ya, cuando los seguidores de los cultos descubrieron su auténtica identidad.

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