Página 159 de 165
Esperó un minuto.
- Parece que no. Pero, mes amis, ¿no se dan cuenta de que aquellas palabras no
eran en absoluto una respuesta razonable a todo lo que la señorita King acababa de
decir? «Nunca he olvidado nada. Ni una acción, ni un nombre, ni una cara.» ¡No tiene
sentido! Si hubiera dicho: «Nunca olvido una impertinencia» o algo por el estilo..., pero
no, «una cara», eso es lo que dijo...
»¡Ah! - gritó Poirot dando una palmada - ¡Pero si salta a la vista! Aquel fue un
momento psicológico en la vida de la señora Boynton. Había sido desenmascarada por
una mujer joven e inteligente. Estaba llena de furia contenida. Y, en ese momento,
reconoció a alguien, una cara del pasado. Una víctima que caía en sus manos.
«Volvemos, pues, a la teoría del extraño. Y así se explica claramente la inesperada
amabilidad de la señora Boynton la tarde de su muerte. ¡Quería verse libre de su
familia, porque - usando una vulgaridad - tenía un pez más grande que guisar! Quería
tener el campo libre para una charla con su nueva víctima.
«Y ahora, desde este nuevo punto de vista, repasemos los acontecimientos de
aquella tarde. Los Boynton se van. La señora Boynton se sienta junto a su cueva.
Analicemos muy cuidadosamente las declaraciones de lady Westholme y la señorita
Pierce. Esta última no es un testigo de fiar. Es poco observadora y muy sugestionable.
Lady Westholme, en cambio, es muy clara y meticulosamente observadora. Las dos
están de acuerdo en un hecho. Un árabe, uno de los criados, se acerca a la señora
Boynton, la hace enfurecer por algún motivo y se retira apresuradamente. Lady
Westholme afirmó rotundamente que el criado había estado primero en la tienda de
Ginebra Boynton, pero recuerden que la del doctor Gerard estaba al lado de la de
Ginebra. Es posible que el árabe entrara en la del doctor Gerard...
El coronel Carbury dijo:
- ¿Pretende hacerme creer que uno de los beduinos asesinó a la anciana pinchándola
con una aguja hipodérmica? ¡Fantástico!
- Espere, coronel Carbury. Aún no he terminado.