San Camilo 1936 (Camilo Jose Cela) Libros Clásicos

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Camilo José Cel

Vísperas, festividad y octava de San Camilo del año 1936 en Madrid

Prólogo de Francisco Umbral
Prólog

Francisco Umbral
Creo recordar que Cela anunció este libro durante un almuerzo en el hotel Mindanao, no sé ahora a qué efectos. Cela llevaba algunos años sin publicar una novela y el libro despertó mucha expectación por la novedad y por el tema: la guerra civil, que el novelista no había tratado nunca frontalmente, si bien es cierto que CJC se cuidó de anticiparnos que no se trataba tanto de una novela de la guerra como de una novela que ocurría en la guerra, en los tres días cruciales del levantamiento, y por lo tanto en la festividad de San Camilo, que es el 18 de julio, según el calendario católico.
Efectivamente, este singular libro es el resultado de la combinación de tres elementos narrativos independientes entre sí, pero muy razonable­mente conjuntados. A saber: monólogos espaciados del narrador/protago-nista, trasfondo social de la vida política y el pueblo desatado en las calles de Madrid, pidiendo armas contra el levantamiento militar de los african­istas. La primera constante narrativa, el monólogo, sirve para presen­tarnos a un personaje representativo por consuetudinario, a un madrileño cualquiera, que tiene novia, estudia algo, hace versos y se encuentra a gusto en la clase media a que pertenece.
De la actualidad política de aquellos momentos nos llega un balbuceo contradictorio donde aparecen nombres que son ya historia, pero nadie llega a saber bien lo que pasa ni se orienta acertadamente en el caos, y mucho menos previene que aquello se va a convertir en una guerra civil de tres años. El pueblo en la calle pidiendo armas equivale en cierto modo al coro griego y repetitivo. Le da al libro un fondo de grandeza histórica y de pavor colectivo, pavor que actúa lo mismo en forma de miedo que en forma de heroísmo.
Pero la novela en sí, su textura rica y extensa es la de los cientos de per­sonajes de las clases medias madrileñas que pasan por aquello sin saber de qué se trata, acogidos, como es habitual en la pequeña burguesía, al convencimiento de que nunca pasa nada, sobré todo porque ellos no inten­tan enterarse de lo que pasa. Aquí, Cela vuelve a encontrarse con su mundo novelístico más querido. Si en Pascual Duarte se nos da la España rusticana en sus estratos más adustos, y en La Colmena se recoge la grisalla social de la posguerra, he aquí que en San Camilo Cela multiplica gozosamente su capacidad inventiva en numerosos personajes pequeñoburgueses que viven, toman café, zascandilean por Madrid, forni­can a sus horas o a deshora, hacen tertulias y están disfrutando, sin saberlo, los últimos y pac ficos días de la dorada belle époque, si bien para la mayoría el oro se quedó en purpurina.

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