Página 5 de 48
-Entonces, conde de Sherwood, ¿puedo contar de verdad con vos ? -preguntó el rey con
impaciencia,
-Majestad, no dudo de que os guían buenos deseos y de que sois sensible al sufrimiento del
pueblo sajón -comenzó a decir el conde-. Pero vuestras promesas no son suficientes para paliar
los daños que vuestro pueblo ha causado al mío...
-Pero es necesario que todos hagamos el esfuerzo de salvar nuestras diferencias, conde de
Sherwood. La batalla de Hastings pertenece ya al pasado.
-Es cierto, señor Pero es pronto aún para confiar en vos. Es posible que sean nuestros hijos los
que vivan la reconciliación entre nuestros pueblos, los que puedan vivir en paz.
-¿Tenéis hijos, conde? -preguntó el rey asintiendo.
-Espero uno, majestad.
-Conde de Sherwood, os prometo que haré cuanto pueda por acabar con los problemas del
pueblo sajón, que intentaré borrar los errores de mis antepasados y que me esforzaré por
apaciguar esta tierra.
-Por mi parte, majestad -contestó el conde-, os aseguro que no participaré en ningún
levantamiento contra vos. Actuaré como he venido haciéndolo hasta ahora. Pero tampoco
conseguiréis mi adhesión hasta que no exista una completa igualdad entre sajones y normandos.
El rey Enrique y el conde de Sherwood estrecharon sus manos y se despidieron amistosamente.
No mucho tiempo después, Edward Fitzwalter tuvo ocasión de comprobar que los buenos
propósitos del rey Enrique quedaban olvidados ante una nueva revuelta sajona.
La sublevación fue castigada con terrible dureza. Sajones y normandos seguían siendo
enemigos irreconciliables.
En esta triste situación vino al mundo el heredero del conde de Sherwood.
La alegría reinaba en todos los rincones del castillo del conde. Amigos y vecinos acudieron a
conocer al pequeño recién nacido.
Un precioso niño había venido al mundo para felicidad de Alicia de Nhoridon y Edward
Fitzwalter, sus padres.
-Se llamará Robert -dijo el conde a todos los presentes sin disimular su alegría-. Será un
valeroso sajón y confío en que le toque vivir tiempos mejores.
-¡Ojalá pueda ser más feliz que nosotros! -dijo levantando su copa uno de los allí reunidos.