Las Indias Negras (Julio Verne) Libros Clásicos

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Jacobo Starr, Simon Ford y Margarita, esperaron inmóviles.
Un minuto -que les pareció inmenso, transcurrió. Harry no volvía, no llamaba, Jacobo
Starr se aproximó al agujero y no vio ni aún el resplandor de la lámpara, que debía
iluminar la sombría caverna.
¿Habría faltado el suelo de repente bajo los pies de Harry? ¿Habría caído el joven
minero en alguna desigualdad de la roca? ¿No podía ya su voz llegar a sus compañeros?
El viejo sin querer oir nada, iba a penetrar a su vez por el agujero, cuando se descubrió
un vago resplandor que fue aumentándose, y se oyeron las siguientes palabras de Harry:
-¡Venid señor Starr! Venid padre mío! El camino está libre en la Nueva Aberfoyle.

CAPÍTULO IX

LA NUEVA ABERFOYLE

Si los ingenieros, ayudados por algún poder sobrehumano hubiesen podido levantar de
un golpe y en un espesor de mil pies toda esta porción de la corteza terrestre que sostiene
el conjunto de lagos; de ríos, de golfos y las tierras ribereñas de los condados de Stirling,
de Dombarton y de Renfrew, habrían hallado debajo de esta enorme cubierta una
excavación inmensa, no comparable a ninguna otra del mundo más que a la célebre gruta
de Mamuth en Kentucky.
Esta excavación se componía de muchos centenares de alvéolos de todas magnitudes y
de todas form as. Representaba una colmena con sus innumerables pisos de células
caprichosamente dispuestas; y que en lugar de abejas hubiese sido capaz de alojar todos
los ictiosaurios, megaterios y pterodáctilos de la época geológica.
Era un laberinto de galerías, unas mas elevadas que las otras como bóvedas de las
catedrales, y las naves laterales estrechas y tortuosas; siguiendo éstas la línea horizontal,
o bajando aquéllas oblicuamente, reuniéndose después todas estas cavidades y dejando
libre la comunicación entre sí.
Las columnas que sostenían estas bóvedas, cuyas curvas admitían todos los estilos, las
gruesas murallas sólidamente asentadas entre las galerías, las mismas naves en este piso
de terrenos secundarios, eran de areniscas y de rocas estratificadas. Pero entre estas
capas, inútiles a la explotación: y fuertemente oprimidas por ellas, había ricas venas de
carbón, como si la sangre negra de esta extraña mina circulase al través de esta
inextricable red de conductos. Estos depósitos ocupaban una extensión de 40 millas de

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