Página 44 de 57
BORACHIO.-Maese alguacil...
DOGBERRY.-¡Calle el pícaro, por favor! No me gusta tu facha, te lo aseguro.
ESCRIBANO.-¿Qué más le oísteis decir?
GUARDIA SEGUNDO.-¡Pardiez!, que había recibido mil ducados de don Juan para acusar falsamente a la señora Hero.
DOGBERRY.-¡El mayor robo con fractura que jamás se ha cometido!
VERGES.-¡Por la misa que sí! No es otra cosa.
ESCRIBANO.-¿Qué más, camarada?
GUARDIA PRIMERO.-Y que el conde Claudio tenía el propósito, creyendo en sus palabras, de deshonrar a Hero ante toda la asamblea y de no casarse con ella.
DOGBERRY.-¡Oh villano! ¡Serás condenado por esto a «redención» eterna!
ESCRIBANO.-¿Qué más?
GUARDIA SEGUNDO.-Eso es todo.
ESCRIBANO.-Y esto es más, señores, de lo que podéis negar. El príncipe Juan ha huido secretamente esta mañana. Hero ha sido acusada de esa manera, y de la misma manera repudiada, y ha muerto de pena repentinamente. Maese alguacil, mandad que se ate a estos hombres y se les lleve a casa de Leonato. Yo iré delante y le mostraré el interrogatorio. (Sale.)
DOGBERRY.-¡Vamos, que se «obstinan»!
VERGES.-¡Atadles!
CONRADO.-¡Atrás, mastuerzo!
DOGBERRY.-¡Por vida de Dios! ¿Dónde está el escribano? ¡Que escriba que el representante del príncipe es un mastuerzo! ¡Vamos, amarradles! ¡Eres un pillo perverso!
CONRADO.-¡Fuera! ¡Sois un asno! ¡Un asno!
DOGBERRY.-¿No te infunde «sospecha» mi cargo? ¿No te infunde «sospecha» mi edad? ¡Oh! ¡Que no esté aquí el otro para escribir lo de asno! Pero vosotros, maeses, recordad que soy un asno. Aunque no conste por escrito, no olvidéis, con todo, que soy un asno. No, granuja; estás lleno de «piedad», como se te probará con buenos testigos. Yo soy un mozo despierto; y lo que es más, un funcionario, y lo que es más, un padre de familia, y lo que es más, un bonito pedazo de carne, como no hay otro en Mesina. Y que sabe de leyes, para que te enteres, y mozo bastante rico, para que te percates, y que ha tenido sus pérdidas, y que posee un par de uniformes y otras muchas cosas finas. ¡Lleváoslo! ¡Oh! ¡Que no haya quedado escrito que soy un asno! (Salen.)
Acto quinto Escena I
Ante la casa de Leonato. Entran LEONATO y ANTONIO.
ANTONIO.-Si continuáis así, os causaréis la muerte, y no es razonable secundar de tal modo la pena contra uno mismo.
LEONATO.-Cesa, por favor, en tus consejos, que caen tan sin provecho en mis oídos como el agua en un tamiz.