El criterio (Jaume Balmes) Libros Clásicos

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§ VI
Reflexiones sobre el ejemplo anterior
     Reflexionando sobre el ejemplo anterior se nota que, a pesar de la ninguna relación de seña ni causa que en sí tenían los dos hechos, no obstante reconocían en cierto modo un mismo origen: el sonar la hora de acostarse. Así se echa de ver que el error no estaba en suponer que había algo de común en ellos, ni en pensar que la coincidencia no era puramente casual, sino en que se apelaba a interpretaciones destituidas de fundamento, se buscaba en la intención concertada de las personas lo que era simple efecto de la identidad de la hora.
     Esta observación enseña, por una parte, el tino con que debe procederse en determinar la clase de relación que entre sí tienen dos hechos, simultáneos o sucesivos; pero, por otra, confirma más y más la regla dada de que cuando la simultaneidad o sucesión son constantes arguyen algún vínculo o relación o de los hechos entre sí o de ambos con un tercero.
§ VII
La razón de un acto que parece instintivo
     Profundizando más la materia encontraremos que el inferir de la coexistencia o sucesión la relación entre los hechos coexistentes o sucesivos, aunque parezca un acto instintivo y ciego, es la aplicación de un principio que tenemos grabado en el fondo de nuestra alma y del que hacemos continuo uso sin advertirlo siquiera. Este principio es el siguiente: «Donde hay orden, donde hay combinación, hay causa que ordena y combina; el acaso no es nada.» Una que otra coincidencia la podemos mirar como casual; es decir, sin relación; pero siendo muy repetida, ya decimos, sin vacilar: «Aquí hay enlace, hay misterio; no llega a tanto la casualidad.

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