El amigo abnegado (Oscar Wilde) Libros Clásicos

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Soy su mejor amigo y siempre velaré por él, y vigilaré para que no caiga en ninguna tentación. Además, si Hans viniera aquí, puede que me pidiera que le dejara llevarse algo de harina a crédito, y yo no podría hacer eso; la harina es una cosa y la amistad es otra, y no debieran confundirse. ¡Está claro!, las dos palabras se escriben de modo diferente, y significan cosas completamente distintas. Todo el mundo puede entender eso.
-¡Qué bien hablas! -dijo la mujer del molinero, mientras se servía un gran vaso de cerveza caliente-; me siento completamente adormilada; es lo mismo que si estuviera en la iglesia.
-Mucha gente obra bien -respondió el molinero-; pero hay muy poca gente que hable bien; lo que prueba que hablar es, con mucho, lo más difícil de estas dos cosas, y con mucho, también, la más hermosa.
Y miró severamente por encima de la mesa a su hijo pequeño, que se sentía tan avergonzado de sí mismo que bajó la cabeza y se puso muy colorado, y empezó a llorar, dejando caer las lágrimas en el té. Sin embargo, era tan joven que debéis disculparle.
-¿Es ese el final de la historia? -preguntó la rata de agua.
-Ciertamente que no -respondió el pardillo-, ese es el comienzo.
-Entonces, no estás al día -dijo la rata de agua-. Ahora todos los buenos narradores empiezan por el final y luego siguen por el principio, y terminan por el medio. Es la nueva técnica narrativa. Me enteré de todo esto el otro día por un crítico que paseaba alrededor del estanque con un joven. Habló largamente del asunto, y estoy seguro de que debía tener razón, pues llevaba gafas azules y era calvo, y cada vez que el joven hacía alguna observación, contestaba siempre: «¡Bah!» Pero, por favor, sigue con tu historia. Me agrada enormemente el molinero. Yo tengo también toda clase de hermosos sentimientos, así es que hay una gran simpatía entre nosotros dos.
-Pues bien -dijo el pardillo, brincando ya sobre una pata, ya sobre la otra-, tan pronto como acabó el invierno y las velloritas empezaron a abrir sus estrellas de color amarillo pálido, el molinero dijo a su mujer que hajaría a ver al pequeño Hans.

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