Una mujer sin importancia (Oscar Wilde) Libros Clásicos

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Puede tener alguna razón que no desee que oiga yo.
MISTRESS ARBUTHNOT.-No tengo otra razón.
LORD ILLINGWORTH.-Entonces, muchacho, podemos dar la cosa por hecha.Venga usted; iremos a la terraza a fumar juntos un cigarrillo.Y mistress Arbuthnot, permítame que le diga que creo que ha obrado usted muy, muy sabiamente. (Sale con Gerald. Mistress Arbuthnot se queda sola. Permanece inmóvil con un gesto de infinito dolor en el rostro.)

TELÓN

ACTO TERCERO

Escena: la galería de retratos de Hunstanton Chase. Puerta al fondo que da a la terraza. Lord Illingworth y Gerald están a la derecha. Lord Illingworth, sobre un sofá. Gerald, en una silla.

LORD ILLINGWORTH.-Su madre es una mujer muy sensata, Gerald. Sabía que al fin consentiría.
GERALD.-Mi madre es terriblemente escrupulosa, Lord Illingworth, y sé que ella no cree que soy lo bastante apto para el puesto de secretario suyo. Está en lo cierto. Fui muy holgazán cuado iba a la escuela y no podía aprobar ni un examen.
LORD ILLINGWORTH.-Mi querido Gerald, los exámenes no tienen ningún valor. Si un hombre es un caballero, ya sabe lo bastante, y si no lo es, todo lo que sepa es perjudicial para él.
GERALD.-Pero ¡yo desconozco tanto el mundo, Lord Illingworth!
LORD ILLINGWORTH.-No tema, Gerald. Recuerde que posee la cosa más maravillosa del mundo: ¡la juventud! No hay nada como la juventud. Los de edad mediana tienen la vida hipotecada. Los viejos están en el desván de la vida. Pero los jóvenes son los amos de la vida. La juventud tiene un reino esperándola.Todo el mundo nace rey, y la mayoría de la gente muere en el exilio, como la mayoría de los reyes. Para volver a conseguir mi juventud, Gerald, yo haría cualquier cosa..., excepto ejercicio, levantarme pronto o ser un miembro útil de la comunidad.
GERALD.-Pero ¿usted no se llamará viejo, Lord Illingworth?
LORD ILLINGWORTH.-Soy lo bastante viejo para ser tu padre, Gerald.
GERALD.-Yo no recuerdo a mi padre; murió hace años.
LORD ILLINGWORTH.-Eso me dijo lady Hunstanton.
GERALD.-Es muy curioso, pero mi madre jamás me habla de mi padre. A veces creo que mi padre era de clase más elevada.
LORD ILLINGWORTH.-(Con una mueca.) ¿De veras? (Se adelanta y pone una mano sobre el hombro de Gerald.) Habrá usted sentido la falta de su padre, ¿verdad, Gerald?
GERALD.-¡Oh, no! ¡Mi madre ha sido tan buena conmigo! Nadie ha tenido una madre como la mía.

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