El abanico de Lady Windermere (Oscar Wilde) Libros Clásicos

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EL ABANICO DE LADY WINDERMERE
destrozada por culpa de usted? ¡Vuelva usted a su
casa, lady Windermere!... Su marido la quiere. Ni un
solo momento ha faltado a ese amor. Pero aunque él
tuviese mil amores distintos, usted debe quedarse al
lado de su hijo. ¡Aunque fuera duro con usted,
usted debe quedarse al lado de su hijo! ¡Aunque la
maltratase, usted debe quedarse al lado de su hijo!
¡Aunque la abandonase, el sitio de usted es al lado
de su hijo! (LADY WINDERMERE rompe a llorar,
escondiendo el rostro entre las manos. MISTRESS
ERLYNNE, precipitándose hacia ella.) ¡Lady
Windermere!
LADY WINDERMERE. - (Tendiéndole las manos
instintivamente, como haría una niña.) Lléveme usted a
casa.... lléveme usted a casa.
MISTRESS ERLYNNE. - (Está a punto de abrazarla,
pero se contiene. Un resplandor de suprema alegría anima su
rostro.) ¡Vamos! ¿Dónde está su capa? (Recogiéndola del
diván.) Aquí está. Póngasela usted. ¡Vamos
enseguida! (Se dirigen hacia la puerta.)
LADY WINDERMERE.- ¡Silencio! ¿No oye usted
voces?
MISTRESS ERLYNNE. - ¡No, no! ¡No es nada!
LADY WINDERMERE.- ¡Sí es! ¡Escuche! ¡Oh, es
la voz de mi marido! ¡Viene hacia aquí! ¡Sálveme us79

OSCAR WILDE
ted! ¡Ah, esto debe ser algún complot! ¡Usted lo ha
mandado a buscar! (Voces dentro.)
MISTRESS ERLYNNE.- ¡Silencio! Yo estoy aquí
para salvarla a usted, si puedo. ¡Pero temo que sea
demasiado tarde! ¡Allí! (LADY WINDERMERE se
esconde detrás de la cortina.)
(Dentro.) ¡Es absurdo, mi querido Arturo! ¡Nada,
que no te dejamos ir!
MISTRESS ERLYNNE.-¡Lord Augusto!
¡Entonces soy yo la que estoy perdida! (Titubea un
momento, mira en torno suyo y, al fin, viendo la puerta de la
derecha, se mete por ella. Entran.)
DUMBY. - ¡Qué fastidio que nos echen del club a
esta hora! ¡Si no son más que las dos! (Dejándose caer
en un sillón.) La hora más a propósito para divertirse.
(Bosteza y cierra los ojos.

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