La Dama de las Camelias (Alejandro Dumas) Libros Clásicos

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Quise compra r algo en su subasta y me empeñé en pujar por este volumen, no sé por qué, por el placer de hacer rabiar a un señor que se había encarnizado en él y parecía desafiarme a ver quién se lo llevaba. Así que, se lo repito, el libro está a su disposición y le ru ego otra vez que lo acepte, para que no lo obtenga de mí como yo lo obtuve de un subastador y para que sea entre nosotros el compromiso de un conocimiento más amplio y de unas relaciones más íntimas. .
––Está bien ––me dijo Armand, tendiéndome la mano y es trechando la mía––. Lo acepto y le estaré eternamente agra decido.
Yo tenía buenas ganas de interrogar a Armand acerca de Marguerite, pues la dedicatoria del libro, el viaje del joven y su deseo de poseer aquel volumen me picaban la curiosidad; pero temía que, al interrogar a mi visitante, pareciera que no había rehusado su dinero sino para tener derecho a meterme en sus asuntos.
Diríase que adivinó mi deseo, pues me dijo:
––¿Ha leído usted este volumen?
De arriba abajo.
––¿Qué ha pensado usted de las dos líneas que escribí?
He comprendido en seguida que a sus ojos la pobre chica a quien usted dio este volumen era alguien fuera de lo común, pues me resistía a ver en esas líneas sólo un cumplido banal.
Y tenía usted razón. Aquella chica era un ángel. Tenga ––me dijo––, lea esta carta.
Y me tendió un papel que parecía haber sido leído y releído muchas veces.
Lo abrí. Decía lo siguiente:
«Querido Armand: He recibido su carta, y doy gracias a Dios porque está usted bien. Sí, amigo mío, yo estoy enferma, y de una de esas enfermedades que no perdonan; pero el interés que aún se toma usted por mí disminuye mucho mis sufrimientos. Sin duda ya no viviré el tiempo suficiente para tener la suerte de estrechar la mano que ha escrito la bondadosa carta que acabo de recibir, y teas palabras me curarían, si algo pudiera curarme. Ya no lo veré más, pues estoy a un paso de la muerte y a usted lo separan de mí centenares de leguas. ¡Pobre amigo mío! Su Marguerite de antaño está muy cambiada, y quizá es preferible que no vuelva a verla antes que verla como está.

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