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Torpe fuera para ti no prestar al viejo amigo ningún auxilio que le conforte; torpe retroceder y no sostenerle con pie firme; torpe abandonar su nave combatida por la borrasca; torpe seguir las vicisitudes de la suerte, cejar ante la fortuna y renegar del amigo porque no es venturoso. No se condujeron así los hijos de Agamenón y de Estrofio; no fue ésta la amistad de Piritoo y el vástago de Egeo, a los que admiró la edad pasada y ha de admirar la venidera, y en cuyo honor resuenan los aplausos en todos los teatros. Tú, del mismo modo, por haber socorrido al amigo en tiempo de adversidad, mereces un nombre insigne entre tan excelsos varones; lo mereces, y ya que tu piedad es acreedora de alabanza, mi gratitud no será sorda a tus beneficios. Créeme: a no ser mortales mis versos, andarás con frecuencia en boca de la posteridad. Permanece fiel, Grecino, al caído en la desgracia, y que el tiempo no debilite jamás tu abnegación. Confío que lo realices; aunque ayudado por el viento, yo me serviré del remo: no perjudica aguijar con la espuela al corcel lanzado a la carrera.
VII
A ÁTICO
La carta, Ático, que te envío desde el país de los Getas mal domados, desea lo primero que goces perfecta salud, y después recibirá gran placer sabiendo, en qué te ocupas, y si todavía te acuerdas de mí, sean cualesquiera tus atenciones. No dudo de esto último, pero el temor de mis males me induce a falsas inquietudes. Perdóname, te lo suplico, y echa un velo sobre mis excesivos temores: hasta en las aguas tranquilas, el náufrago se siente estremecido de horror. El pez que sintió un día clavársele el pérfido anzuelo, teme que la punta del acero se oculte en todos los alimentos. Muchas veces la oveja se espanta, tomándolo por un lobo, del perro que ve a lo lejos, y, en su error, huye del que la defiende. Un miembro lastimado se resiente al más ligero contacto, y una vana sombra llena de miedo a los temerosos; así yo, atravesado por los dardos crueles de la adversidad, no concibo en el alma más que amargas tristezas y tengo por evidente que mi destino, siguiendo su curso, no se ha de apartar de las vías acostumbradas.