Los amores (Ovidio) Libros Clásicos

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Pues qué, para que el vientre no delate con sus rugosidades tu falta, ¿era indispensable arrasar el triste campo en que sostuviste la lucha? Si las antiguas matronas siguieran costumbre tan fatal, la raza de los hombres hubiese perecido por su culpa, y fuera preciso un nuevo Deucalión que, arrojando piedras en el orbe desierto, echase otra vez las semillas del humano linaje. ¿Quién habría quebrantado las huestes de Príamo, si Tetis, la diosa dé los mares, rehusara alimentar nueve meses en su seno el fruto concebido? Si Ilia ahogara en el hinchado vientre los hermanos gemelos, hubiese perecido el fun­dador de la ciudad dominadora del mundo; si Ve­nus en su preñez expulsara con violencia a Eneas, la tierra estaría hoy huérfana de los Césares, y tú también, hermosa, hubieras muerto antes de nacer, si tu madre llegara a imitar tu conducta. Yo mismo, que tengo por gran suerte morir amando, no habría visto la luz del sol, si mi madre me estrujara en su cuerpo. ¿Por qué despojas la fecunda viña de los na­cientes racimos y coges del árbol los frutos verdes todavía? Así que maduren, caerán de su peso. Deja crecer lo que nació; la vida cobra alto valor con una poca paciencia. ¿Por qué destrozáis vuestras entrañas con el hierro mortífero, y propináis crueles venenos a los niños que aun no nacieron? Nadie perdona a Medea haber derramado la sangre de sus hijos, y todos lamentan la suerte de Itis degollado por su madre; una y otra fueron despiadadas; mas por tristes motivos, una y otra se vengaron de sus esposos, en los hijos comunes. Decidme, ¿qué Terco, qué Jasón os incita coléricas a poner en vuestros cuerpos una mano criminal? Tamaña atrocidad ni la cometen los tigres en los antros de Armenia, ni la leona se atreve nunca a malograr sus partos, y lo ejecutan las tiernas jóvenes, aunque no impunemente, pues muchas veces paga con la vida la madre que destruye en el útero el fruto de su fecundidad. Si sucumbe, con el cabello desgreñado se la tiende sobre el fúnebre lecho, y exclaman cuantos la ven: «Mereció su fin.

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