Reconquistar Plenty (Colin Greenland) Libros Clásicos

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Está diciéndome que me largue.
El enchufado no pensaba lo mismo que yo y se echó a reír. Tenía una risita muy estridente que casi parecía un chillido, el tipo de risita que sueltas cuando un niño pequeño hace una metedura de pata graciosa.
-No, no -dijo-. Te está diciendo que no puede entenderte. La estás confundiendo.
-¿Qué quieres decir con eso de que la estoy confundiendo? -exclamé yo-. Estoy respondiendo a sus preguntas. Le he dado toda la información que me ha pedido y ahora quiero que ella corresponda dándome mi dinero.
-Pero no te has abierto a ella, ¿verdad? -replicó él sin dejar de sonreír-. No le has abierto tu mente y tu corazón pidiéndole que entrara en ellos.
Clavé la mirada en sus implantes. El tejido cicatricial parecía bastante antiguo y estaba lleno de arruguitas. Bastaba con verlo para darse cuenta de que la infección había sido realmente grave, pero el pulimento aplicado a los implantes hacía que pareciesen nuevos.
-Bueno, enséñame cómo he de hacerlo -dijo yo, aún no sé muy bien por qué.
Pero sabía que no me iba a gustar.
Sus ojos quedaron cubiertos por una película vidriosa. Su brazo derecho subió tan rígidamente como si hubiese una cuerda invisible que tiraba de él. Los dedos de esa mano entraron en contacto con la sien y apretaron. El resto de su cuerpo no se movió en lo más mínimo.
Empezó a canturrear por la nariz.
Después se quitó la yema de un dedo.
Metió el dedo en la conexión del cajero.
Mientras tanto la otra mano seguía acariciando las placas metálicas frotándolas y dándoles palmaditas cariñosas, y no paraba de canturrear. ¡Le estaba dando una serenata a la maldita máquina!
Unos niños pasaron junto a nosotros y se quedaron inmóviles.
-¡Eh, fijaos en ese tipo!
Empezaron a burlarse de él.
Había una policía humana junto al bar de aguas. Estaba intentando ligar con el chico que atendía a los clientes. Los gritos de los niños hicieron que se fijara en el enchufado, y empezó a prestar atención a lo que ocurría.
-De acuerdo -dije yo-. Creo que ya es suficiente.
La policía tiró de la cintura de sus pantalones subiéndoselos unos centímetros y vino hacia nosotros.
Empecé a tener miedo de lo que pudiera hacerle.

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