Nadie fíe su secreto (Pedro Calderón de la Barca) Libros Clásicos

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ALEJANDRO: (Y cuando presunción de esto reciba, Aparte
diré que engaño era
del nombre. ¡Ay, si de amor sólo lo fuera!) Aparte

Vase


CÉSAR: Pues, don Arias, ¿qué es esto?
¿Qué pena o qué desdicha rigurosa
es en la que me has puesto?
ARIAS: ¡Cúlpame a mí! Por Dios, que es linda cosa,
tras haberte servido
con lo que agora al príncipe he mentido.
Él me dijo que había
oído "don Félix y doña Ana hermosa."
Y como ya tenía
el camino cogido, fue forzosa
ocasión hablar de ellos,
y el desmayo arrastré por los cabellos.
CÉSAR: Si él a Lázaro halla
con doña Ana, ¿qué haré?
ARIAS: No habrá llegado
Lázaro para hablalla;
que Félix volará con el cuidado;
y gran ventaja arguye
quien corre al que anda, y a quien corre el que huye.
CÉSAR: Ello es desdicha mía,
pues la ocasión perdida desengaña
que ha de ser mi alegría
mi pena, y el remedio quien me daña.
Y pues no hay otro medio,
máteme el mal, pues muero del remedio.

Vanse. Salen doña ANA y ELVIRA


ELVIRA: ¿Acabaste de escribir?
ANA: Escribí, mas no acabé;
que antes pienso que empecé
en cada letra a sentir.
Quise en una breve suma
cifrar mi pena crüel;
puse encontrado el papel,
y tomé al revés la pluma.
En tanto que amor penetra
las razones, le doblé;
y al poner la pluma, fue
un borrón la primer letra.
Y yo dije, "Mi pasión
letras hace a su contento,
que mal puedo el mal que siento
decirle, sino en borrón."
Confusa y dudosa estaba
qué principio tomaría
y, aunque muchos prevenía,
ninguno me contentaba.
¿No has visto en una redoma
salir el agua con pena
menos, cuando está más llena,
hasta que algún viento toma?

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