El cordero de Isaias (Pedro Calderón de la Barca) Libros Clásicos

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Voces y Música.
[VOCES Y
MÚSICA] Cantan ¡Misericordia, Señor! 115 ¡Señor, clemencia, clemencia!
CANDACES Pues ya que tú por vencido te das a su inteligencia, acobardado al dudarla, me he de atrever yo a saberla. 120
BEHOMUD Pues ¿qué discurres?
CANDACES Que el Dios de Israel, cuya suprema deidad el Oriente adora, desde que Nicaula, Reina de Sabá trujo su ley 125 con la augusta descendencia de Salomón, a Etiopia, de Palestina, que es esta región, cuya tez el sol, si no la abrasa, la tuesta; 130 y cuya gloriosa estirpe, hasta hoy en mí se conserva; que el Dios de Israel, usando de su suma providencia, por señales nos avisa 135 aquella línea postrera en que de nuestros talentos habemos de darle cuenta, con que aunque la astrología, acondicionada ciencia 140 (en quien es de más descanso el dudarla que el saberla), melancólica discurra, amenazando con guerras, con hambres, con mortandades, 145 pestes, ruinas y tragedias, yo he de creer que son piedades, para quien las aprovecha, viendo que Dios ofendido de la dormida pereza 150 en que vivimos, piadoso con sus ruidos nos despierta para que nos prevengamos; porque, ¿qué mayor fineza que reñirnos el amago 155 antes que el golpe nos venga, bien como el que amenazado, ya de la arbolada flecha, ya de la blandida asta, se halla para la defensa 160 embrazado del escudo. Díganlo las experiencias de tantos eclipses, tantos terremotos y tormentas como contra los castigos 165 se armaron de las enmiendas, de que para ejemplo baste Nínive, cuya sentencia de muerte en vista, en revista revocó la penitencia. 170 Y pues el último medio es el acudir a ella, acudamos a dos luces con el ruego y con la deuda. Ya sabes que es sacro rito 175 de la gran Etiopia nuestra que la Pascua del Cordero (que ya como ves se acerca) haya de ofrecer al templo de Jerusalén (en muestra 180 del homenaje a su ley, que trajo Sabá de aquella visita de Salomón) un cordero por ofrenda; porque como nuestros templos 185 de diversos dioses eran, fue bien que no en torpes aras culto al solo Dios se ofrezca, y así que a Jerusalén vaya ordenó la decencia 190 de que mejor holocausto en mejor pira se encienda, y supuesto que este año el asombro nos le acuerda con más instancia es razón 195 que al paso del favor crezca el del galardón; y así, quiero, Behomud, que tú seas, para más celebridad de mi afecto y de sus fiestas, 200 el que en el mayor rebaño de mis más blancas ovejas, en quien no permitió el ampo vedija de mancha negra, acompañado le lleves 205 de cuantas gomas sabeas, cuantos sabeos perfumes, cuantas orientales perlas, bálsamos, mirras y aloes, en nuestros montes y selvas, 210 destiladas de las copas y cuajadas en sus yerbas, de lágrimas del aurora la risa del alba engendra, que no dudo que abrasados 215 en varas de incienso asciendan donde, ante Dios, más el humo que la llama resplandezca.

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