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285 Y no es lo que me atormenta que en distantes partes, dos en un concepto convengan, siendo en ellos conjetura lo que ya en mí es evidencia, 290 sino que de su concepto tanto se explayen las nuevas, que no habrá donde la Fama, que insensiblemente vuela, no las publique, ocupando 295 los ámbitos de la tierra, toda bronces, toda plumas, toda alas y toda lenguas; bien que de todos ninguno tanto mi temor aumenta 300 como esta india del Oriente, por la veleidad que en ella hay de mudar religiones. Dígalo de la primera Ley Natural recibida 305 la Idolatría; y si ahora llega a saber que Nueva Ley de Gracia fundada deja el Ignoto Dios…; mas esto dirá mejor la experiencia, 310 a cuyo efecto, buscando el disfraz que más convenga para el asumpto que hoy es de mis rencores tema, invocaré mi segunda 315 causa que los favorezca. ¡Oh tú, sabia Pitonisa, que del Nilo en la ribera, sirena, llorando hechizas, cantando hechizas, sirena, 320 siendo al pobre peregrino que errado pisa su arena o errado su golfo sulca, ya a su rumbo o ya a su huella, pirata a un tiempo y bandida 325 de sentidos y potencias, atiende a mi voz!
Sale PITONISA.
[PITONISA] ¿Quién eres, ¡oh tú!, que con tal violencia, al oírte como humano y al mirarte como fiera, 330 más que me atraes con la voz con el aspecto me ausentas? ¿Quién eres, pues, y qué quieres?
DEMONIO Yo soy, Pitonisa bella, aquél espíritu noble 335 que perdió por su soberbia gracia, patria y hermosura; bien que no perdió la ciencia cuya plenitud, ninguno sabe mejor que tú mesma. 340
PITONISA ¿Yo mesma?
DEMONIO Sí, que no hay criatura que más me deba que tú en cuantos simulacros adoras y reverencias.