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Más cerca de la carretera, rodeada de arbustos por tres de sus lados, había una pequeña cabaña con la puerta y una ventana orientadas en nuestra dirección. Aquel era el lugar del crimen.
Stanley Hopkins nos condujo primero a la casa, donde nos presentó a una mujer ojerosa, de cabellos grises: la viuda del hombre asesinado, cuyo rostro demacrado y surcado por profundas arrugas, con una furtiva mirada de terror en el fondo de sus ojos enrojecidos, revelaba los años de sufrimiento y malos tratos que había soportado. Con ella se encontraba su hija, una muchacha rubia y pálida, cuyos ojos llamearon desafiantes al decirnos que se alegraba de que su padre hubiera muerto y que bendecía la mano que lo había abatido. Peter Carey el Negro se había creado un ambiente doméstico terrible, y sentimos verdadero alivio al salir de nuevo a la luz del sol y recorrer el sendero que los pies del difunto habían ido abriendo a través de los campos.
La cabaña era una construcción de lo más sencillo, con paredes de madera, tejado a un agua, una ventana junto a la puerta y otra en el lado contrario. Stanley Hopkins sacó la llave del bolsillo, y se había inclinado hacia la cerradura cuando de pronto se detuvo, con una expresión de curiosidad y sorpresa en el rostro.
-Alguien ha estado manipulando esto -dijo.
No cabía la menor duda: la madera estaba rayada y las rayas estaban blancas por debajo de la pintura, como si se hubieran hecho un momento antes. Holmes había estado inspeccionando la ventana.
-También han intentado forzarla. Pero quien fuera no consiguió entrar. Tiene que haber sido un ladrón muy torpe.
-Esto es muy sorprendente -dijo el inspector-. Podría jurar que estas marcas no estaban ayer por la tarde.
-Puede haber sido algún curioso del pueblo -sugerí. -No lo creo. Muy pocos se atreverían a poner el pie en este terreno, y mucho menos a intentar forzar la entrada de la cabaña. ¿Qué opina de esto, señor Holmes?
-Opino que la suerte nos ha sido muy propicia.
-¿Quiere decir que esta persona volverá?
-Es muy probable. Vino esperando encontrar la puerta abierta. Trató de forzarla con la hoja de una navajita de bolsillo v no lo consiguió. ¿Qué va a hacer a continuación?
-Volver a la noche siguiente con una herramienta más eficaz.