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Me observó con gran curiosidad desde sus fruncidos ojos.
-Tiene usted menos desarrollo frontal del que yo hubiera esperado -dijo finalmente-. Es una costumbre muy peligrosa esa de tener el dedo en el gatillo de un arma cargada metida en el bolsillo del batín.
»El hecho es que, al entrar él en la habitación, me di cuenta al instante del gran peligro personal en que me encontraba. El único escape que él podía concebir en ese momento era el de cerrarme la boca. En un instante saqué el revólver del cajón y me lo metí en el bolsillo y en ese momento le estaba apuntado a través de la tela. Tras su observación, saqué el arma y la deposité amenazante sobre la mesa. El seguía sonriendo y pestañeando, pero había algo en su mirada que me hizo sentirme encantado de tener el arma a mano.
-Evidentemente usted no me conoce -dijo.
-Todo lo contrario -contesté yo-, creo que es evidente que le conozco bastante bien. Le ruego que tome asiento. Disponde de cinco minutos si tiene algo que decir.
-Todo lo que tengo que decir ya ha pasado por su pensamiento -dijo.
-Entonces posiblemente mi respuesta ha pasado por el suyo -contesté.
-¿Se mantiene firme en su propósito?
-Absolutamente.
Se echó la mano al bolsillo y yo cogí la pistola de encima de la mesa. Pero no sacó de éste sino una agenda en la que tenía descuidadamente anotadas algunas fechas.
-Se cruzó usted en mi camino el 4 de enero -dijo-. El 23 me molestó; a mediados de febrero volvió usted a causarme un serio trastorno; a finales de marzo obstaculizó absolutamente mis planes y ahora, cuando ya va a finalizar abril, su continua persecución me ha puesto en una situación en la que corro serio peligro de perder mi libertad. La situación se está haciendo imposible.
-¿Qué sugiere usted? -dije.
-Debe renunciar a lo que se propone, señor Holmes -dijo, moviendo la cabeza de un lado a otro-. Realmente debe hacerlo, ¿sabe?
-Después del lunes -dije yo.
-¡Venga ya! -dijo-. Estoy seguro de que un hombre de su inteligencia en seguida se dará cuenta de que este asunto no tiene más que una solución. Es necesario que se aparte de mi camino. Ha hecho usted que las cosas tomaran un cariz tal que ahora sólo nos queda una salida.