Los Muchachos de Jo (Louisa May Alcott) Libros Clásicos

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La muchacha mayor se había fijado mientras en la mujer que quitaba el polvo a los muebles, y tocando a su madre en el brazo le dijo por lo bajo:
-¡Esta es, mamá; ésta es la señora Bhaer! ¡Yo lo sé, yo lo sé!
-¿Es ella? ¡Ah, sí! Es la misma. Señora, perdónenos usted; ya vemos que está usted muy ocupada; déjenos usted estrechar su mano y nos marchamos ahora mismo.
Al verse descubierta, tía Jo se volvió y le presentó su mano como el que presenta una bandeja, resignándose a lo que viniera.
-Señora -siguió diciendo la madre de las muchachas -, si algún día viene usted a Oshkosh no pisarán sus pies el pavimento de las calles, porque las recorrerá usted en los brazos de sus habitantes.
Jo resolvió mentalmente no visitar aquella efusiva ciudad, y contestó lo más cordialmente que pudo, y después de escribir su nombre en los álbumes las besó a todas, entregándoles un recuerdo, y se marcharon a visitar a Longfelees, Holmes y otras celebridades, que estarían todas fuera de sus casas seguramente.
-Oye, bribón, ¿por qué no me has dado tiempo para que me pudiera escabullir? ¡Qué de mentiras, Dios eterno, has dicho a aquel hombre! No sé qué va a ser de nosotros.
Y la tía Jo colgó el delantal dando un suspiro.

-¡Por la avenida viene hacia aquí la mar de gente! ¡Más vale que te escondas con tiempo! ¡Yo los recibiré a todos! -exclamó Teddy, mirando desde la ventana.
Tía Jo escapó escaleras arriba, y después de cerrar la puerta por dentro se asomó a la ventana y vio con espanto que se acercaba a su casa todo un colegio de chicos precedidos de sus profesores. Algunos de los primeros se habían ya desbandado y estaban cortando las flores de los "parterres" del jardín exterior de la finca y abriendo sus paquetes para merendar allí.
Siguieron unas horas de calina, hasta que volvió Rob jadeante del colegio con la noticia de que los colegiales del "Young Men´s Christian Union" visitarían el colegio, y tres o cuatro de ellos llegarían en comisión para presentarle sus respetos de admiración.
-Sí, pero como va a caer una chaparrón de los buenos, a juzgar por lo oscuro que se va poniendo, no vendrán y me dejarán tranquila -contestó la tía Jo a su hijo, confiando en que la lluvia la salvaría-.

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