Las amistades peligrosas (Choderlos de Laclos) Libros Clásicos

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Para fundamentar mi ruego me bastaría recordarle que la conducta de toda su vida lo hace indispensable, y sin embargo en sus manos ha estado que yo no tuviera que hacerlo nunca. Pero no recordemos cosas que quiero olvidar y que me obligarían a juzgarle severamente en el momento en que le ofrezco la ocasión de merecer mi gratitud. La conducta de usted va a indicarme cuáles son los sentimientos con que deberá mirarle siempre su más atenta servidora, etc.
En..., a 25 de agosto de 17...
12 Véase la carta XXXV.
CARTA XLII
EL VIZCONDE DE VALMONT A LA PRESIDENTA DE TOURVEL
Por más duras que sean, mi señora, las condiciones que usted me impone, no rehuso cumplirlas. Siento que me sería imposible contrariar ninguno de sus deseos. Convenido esto, me lisonjeo de que me permitirá pedirle en cambio otras más fáciles de ser concedidas, y que sin embargo quiero deber sólo a mi perfecta sumisión. La una, que espero que la misma justicia la empeñará a acordarme, es declarar quiénes me han acusado a usted, pues me hacen sobrado mal para que yo no tenga el derecho de conocerlos; la otra, que espero de su indulgencia, es que me permita renovarle de cuando en cuando la expresión de un amor que más que nunca va a ser digno de su consideración.
Note, señora, que me apresuro a obedecerla a costa de mi felicidad, y más diré, a pesar de lo persuadido que estoy de que no desea usted mi partida sino para librarse de la vista de una víctima de su injusticia.
Confiéselo usted; menos es en usted el miedo de un público acostumbrado a respetarla y que nunca se atrevería a juzgarla mal que el deseo de deshacerse de la presencia de un hombre a quien es más fácil a usted castigar que censurar. Me aleja de su vista de la misma manera que se apartan los ojos de un infeliz a quien no se quiere socorrer.
Mas ya que la ausencia va a redoblar mi martirio, ¿a quién sino a usted puedo dirigir mis lamentos? ¿De qué otra puedo esperar los consuelos que van a serme tan necesarios? ¿Me los negará usted, causa única de mis pesares?
Menos debe extrañar que antes de partir desee justificar los sentimientos que usted me inspira, como también que no tenga valor para alejarme sino cuando reciba orden de su propia boca.

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