La peste escarlata (Jack London) Libros Clásicos

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salvaje. Luego, cierto día, desaparece, y la marea de la vida primitiva
vuelve a subir, barriendo la obra humana. La mala hierva y el bosque
invade los campos, los animales de presa vuelven a atacar a los rebaños, y
ahora hay lobos en la playa de Cliff-House.
Esta idea pareció asustarlo. Se detuvo. Luego prosiguió:
--Si en un solo territorio desaparecieron cuatro millones de seres
humanos, si los lobos feroces vagan por aquí, y vosotros, progenie bárbara
de tanto genio extinguido, os veis obligados a defenderos con armas
prehistóricas, de los colmillos de los cuadrúpedos invasores, todo ello se
debe a la muerte escarlata.
--Escarlata... Escarlata... -murmuró Cara de Liebre al oído de Edwin--. El
abuelo repite a menudo esa palabra. ¿Tu sabes lo que significa?
El viejo oyó la pregunta, y declamó, con su voz agridulce:
--Los arces escarlata, cuando llega el otoño, me estremecen como un toque
de clarín, dijo el poeta.
Edwin explicó a Cara de Liebre:
--El escarlata es el rojo... Tu no lo sabes porque te has educado en la
tribu del Chófer. Ninguno de sus miembros ha sabido jamás nada. El
escarlata es el rojo... Yo sí lo sé.
Cara de Libre protestó:
--Si el escarlata es el rojo, ¿por qué no decir rojo? ¿Qué sentido tiene
complicar todo con palabras que la gente no entiende? El rojo es el rojo,
y se acabó.
--Rojo no es la palabra adecuada -replicó el viejo--. La peste no era
roja, era escarlata. El cuerpo y la cara del que se veía atacado por ella
se ponían escarlata en el plazo de una hora. Lo sé porque lo vi. Hay que
decir escarlata.
Pero Cara de Liebre no estaba convencido. Se obstinó:
--A mí me basta con decir rojo. Papá no utiliza otra palabra. Dice que
todo el mundo murió de muerte roja.
El viejo se irritó.
--Tu padre. Como bien dice Edwin, es un hombre del vulgo, él es hijo de un

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