Historia de la Conquista del Perú y de Pizarro (Henri Lebrún) Libros Clásicos

Página 48 de 158

excitó aquí tanta admiración, cual la había causado en Panamá y demás
colonias españolas. Pizarro fue recibido por el emperador con las
atenciones debidas a quien le ofrecía un presente, cuyo valor excedía al
concepto que se formaran los españoles de las riquezas de sus [87]
adquisiciones en América, aun después de haber transcurrido diez años de
la conquista de México. El rey recibió 153,300 pesos de oro, 34,000 marcos
de plata, con una gran cantidad de vasos y otros adornos preciosos,
independientemente de 499,000 pesos y 54,000 marcos de plata, producto de
diferentes regalos que le fueron hechos. Carlos no dudó en colmar de
honores a unos hombres que sometían a su imperio un país tan vasto y tan
rico. Confirmó todos los privilegios anteriormente concedidos a Pizarro y
aumentó su jurisdicción en 70 leguas de costa hacia el norte: toda la
comarca debía llamarse la Nueva Castilla. Concediose a Almagro, con el
título de adelantado, un territorio de 200 leguas de extensión con el
nombre de Nueva Toledo. Fernando Pizarro fue nombrado caballero de
Santiago, la primera de las órdenes militares españolas, y objeto en todos
tiempos de las más nobles ambiciones. Por último Francisco Pizarro fue
elevado a la nobleza y recibió el título de marqués. Satisfecho Fernando
volvió al Perú, acompañado de muchos voluntarios más distinguidos por su
nacimiento que la mayor parte de los que habían hasta entonces servido en
América.
Hallábase Almagro en Cuzco cuando tuvo noticia de los privilegios que
acababan de concedérsele. En cuanto se vio dueño de un gobierno propio
creyó que era tiempo de sacudir la dependencia [88] en que había estado
siempre con respecto a Pizarro. Pretendió al principio que Cuzco hacía
parte de su jurisdicción, y quiso ejercer en él una autoridad absoluta que
dispertó los recelos de los amigos de Pizarro. Sus dos hermanos, Juan y
Gonzalo, auxiliados por muchas personas de distinción, quisieron dirigir a
Almagro algunas quejas sobre la ilegalidad de su conducta, mas este jefe,
excitado por los que se habían declarado partidarios suyos, se negó a
escucharlos. Tal fue el principio de esas disensiones que debían agitar
todo el país, y que tan fatales fueron a los dos competidores.
Suscitáronse disputas entre los amigos de los dos jefes, y las luchas que

Página 48 de 158
 

Paginas:
Grupo de Paginas:           

Compartir:




Diccionario: