Asesinato en Mesopotamia (Agatha Christie) Libros Clásicos

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clorhídrico, pues tal era el veneno, produce una de las muertes más dolorosas que se
conocen.
Cuando me incliné para aplicarle la inyección, hizo un gran esfuerzo para hablar.
Fue sólo un murmullo medio ahogado.
- La ventana... - dijo -. Enfermera... la ventana...
Aquello fue todo; no pudo proseguir. Desfalleció por completo.
Nunca olvidaré aquella noche. La llegada del doctor Reilly. La del capitán Maitland.
Y finalmente, cuando ya amanecía, la de Hércules Poirot.
Me cogió del brazo y me llevó consigo hasta el comedor, donde me hizo sentar y
tomar una taza de té bien cargado.
- Vamos, mon enfant - dijo -, así estará mejor. Está usted cansada.
Al oír aquello me eché a llorar.
- ¡Qué horrible! - sollocé -. Es como una pesadilla. ¡Qué sufrimientos tan terribles!
¡Y sus ojos...! ¡Oh, monsieur Poirot!... sus ojos..!
Me dio un golpecito en la espalda. Una mujer no pudo mostrar más ternura.
- Sí, sí... no piense en ello. Hizo usted lo que pudo.
- Fue un ácido corrosivo.
- Una solución muy fuerte de ácido clorhídrico.
- ¿La utilizan para limpiar la cerámica?
- Sí. La señorita Johnson lo bebió, probablemente, antes de que estuviera despierta
por completo. A no ser... que lo tomara ex profeso.
- ¡Oh, monsieur Poirot! ¡Qué idea más terrible!
- Al fin y al cabo, es posible. ¿Qué opina usted?
Recapacité un momento y luego sacudí la cabeza con decisión.
- No lo creo. No, no lo creo ni por un momento - titubeé, y luego dije -: Me parece que
descubrió algo ayer por la tarde.
- ¿Qué ha dicho usted? ¿Descubrió algo?
Le relaté la conversación que sostuvimos.
- ¡La pauvre femme! - dijo -. De modo que necesitaba pensarlo, ¿verdad? Eso fue lo
que firmó su sentencia de muerte. Si hubiera hablado entonces... en seguida...
Me rogó:
- Repita sus propias palabras.
Las repetí.
- ¿De manera que descubrió cómo alguien podía entrar en la casa sin que ninguno
de ustedes se enterara? Vamos, ma soeur, subamos a la azotea y dígame dónde estaba
la señorita Johnson.
Subimos y le enseñé a Poirot el sitio exacto en que encontré a la mujer.

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