Herbert West: Reanimador (Howard Phillips Lovecraft) Libros Clásicos

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Esta necesidad de cadáveres muy frescos supuso la ruina moral de West. Eran difíciles de conseguir; y un día espantoso llegó a apoderarse de un ejemplar cuando aun estaba vivo y en todo su vigor. Un forcejeo, una aguja, y un poderoso alcaloide lo convirtieron en cadáver fresquísimo, y el experimento fue positivo durante un instante breve y memorable; pero West salió de él con un alma seca y endurecida, y una mirada fría que observaba con una especie de calculadora y horrenda apreciación de los hombres de cerebro especialmente sensible y un físico vigoroso. Hacia el final, cobré a West un intenso terror, ya que empezaba a mirarme de esa misma manera. La gente no parecía darse cuenta de sus miradas, aunque me notaba asustado; y tras su desaparición, se valieron de eso para propalar unas sospechas absurdas.
En realidad West tenia más miedo que yo; sus abominables trabajos le hacían llevar una vida furtiva y llena de sobresaltos. En parte era la policía quien le daba miedo; pero a veces su nerviosismo era más hondo y brumoso, y estaba relacionado con abominaciones indescriptibles a las que había inyectado una vida morbosa, y en las que no había visto extinguirse dicha vida. Por lo general, terminaba sus experimentos con el revólver; pero a veces no era bastante rápido. Es lo que ocurrió con aquel primer ejemplar en cuya saqueada sepultura se descubrieron más tarde huellas de arañazos. Y lo que sucedió también con el cadáver de aquel profesor de Arkham que cometió actos de canibalismo antes de ser capturado y encerrado sin identificar en una celda del manicomio de Sefton donde estuvo seis años golpeándose la cabeza contra las paredes. Casi todos los demás resultados que posiblemente subsistían eran productos de lo que resulta más difícil hablar, dado que en los últimos años, el celo científico de West había degenerado en una manía insana y fantástica, y había consagrado su prodigiosa habilidad a vitalizar cuerpos enteramente humanos, sino trozos aislados de cadáveres, o partes unidas a una materia orgánica no humana. En la época en que desapareció. Se había convertido en algo diabólicamente repugnante; muchos de los experimentos no podrían ser referidos en la letra impresa. La Gran Guerra, en la que servimos los dos como cirujanos, había intensificado este aspecto de West.
Al decir que el miedo de West a sus ejemplares era brumoso pensaba sobre todo en el carácter complejo de ese sentimiento.

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