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Me lanzó una mirada penetrante a través de párpados súbitamente encogido.
-Joven, eso también me gustaría saberlo yo, sólo por pura curiosidad ---dijo--.. Nunca se la ha visto en ningún otro sitio.
-¿La ha visto usted entrar alguna vez?
-Nunca. Sólo la he visto de noche y dentro de la casa, por las ventanas.
Y salir ¿la ha visto usted salir?
-Nunca la he visto ni entrar ni salir. Ni yo ni nadie. Tampoco la he visto nunca de día. Quizá el viejo la tenía viviendo allí, pero no le sé decir dónde.
Me quedé desconcertado. Pensé durante un momento que el viejo me ocultaba algo, pero no: su sinceridad era evidente por sí misma. No supe qué decir.
--Pero eso no es todo -añadió.-. ¿Ya ha visto usted la luz azul?
--No.
-¿Y ha oído usted algo que no se pueda explicar?
Titubeé.
El viejo lanzó una risita.
-Ya me parecía a mí. El viejo Garrison se traía algo entre manos. Y no me extrañaría que se lo siguiera trayendo.
---Mi tío abuelo falleció el pasado marzo --le recordé.
--No me lo puede demostrar -dijo--. Sí, yo vi una capa de múerto que la sacaban de la casa y la llevaban al cementerio de la Colina del Ahorcado, pero no sé más. No sé quién o qué iba dentro.
El -anciano siguió hablando en este tono, hasta que no me cupo duda de que, aunque sospechaba muchas cosas, en realidad no sabía nada. Me proporcionó, eso sí, toda clase de insinuaciones y sugerencias, pero nada tangible, y la suma de todo cuanto me dijo apenas añadía nada a lo que yo ya sabía: que mi tío abuelo no veía a nadie, que estaba metido en algún «asunto diabólico» y que mejor estaba muerto que vivo, si es que realmente lo estaba. También había llegado a la conclusión de que algo marchaba mal en casa de mi tío abuelo. Admitió que, si le dejaban soío, él de por sí no molestaba a los vecinos. Y absolutamente solo le habían dejado desde que la vieja Mrs. Barton fuera un dia a su casa para reconvenirle por tener a una mujer escondida y al día siguiente la encontraran muerta en la cama, de un ataque cardiaco: «de terrór, según dijeron».
Era evidente que no había modo de conseguir más información sobre mi tío abuelo. A diferencia del tema de mi tesis doctoral, a éste no hacían referencia las bibliotecas, salvo la suya propia, a la que me trasladé al momento para encontrarme allí con un bloque casi macizo de libros antiguos y modernos sobre magia, brujería y supersticiones afines: por ejemplo, el Malleus Maleficarurn y tomos viejísimos de autores como Olaus Magnus, Eunapius, De Rochas y otros.