El elixir de larga vida (Honoré de Balzac) Libros Clásicos

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El elixir de larga vida
Honoré de Balzac


Al lector (1): al comienzo de su carrera literaria recibió el autor; de manos de

un amigo muerto hacía tiempo, el tema de esta obra, que más tarde encontró en
una antología a principios de este siglo; y, según sus conjeturas, se trata de
una fantasía creada por Hoffmann de Berlín, publicada en algún almanaque alemán
y olvidada por sus editores. La Comédie Humaine es lo suficientemente original
para que el autor pueda confesar una copia inocente; como La Fontaine, ha
tratado a su manera, y sin saberlo, un hecho ya contado. Esto no ha sido una
broma como estaba de moda en 1830, época en la que todo autor escribía cosas
atroces para complacer a las jovencitas. Cuando el lector llegue al elegante
parricidio de don Juan, intente adivinar cuál sería la conducta, en situaciones
más o menos semejantes, de gentes honestas que en el siglo XIX toman dinero de
rentas vitalicias con la excusa de un catarro, o que alquilan una casa a una
anciana por el resto de sus días. ¿Resucitarían a sus arrendatarios? Desearía
que «pesadores-jurados» examinasen concienzudamente qué grado de similitud puede

existir entre don Juan y los padres que casan a sus hijos por interés. La
sociedad humana, que según algunos filósofos avanza por una vía de progreso,
¿considera como un paso hacia el bien el arte de esperar pasar a mejor vida?
Esta ciencia ha creado oficios honestos, por medio de los cuales se vive de la
muerte. Algunas personas tienen como ocupación la de esperar un fallecimiento,
la abrigan, se acurrucan cada mañana sobre el cadáver, lo convierten en almohada

por la noche: se trata de los coadjutores, cardenales supernumerarios,
tontineros (2), etc. Hay que añadir gente elegante presurosa por comprar una
propiedad cuyo precio sobrepasa sus posibilidades, pero que consideran lógica y
fríamente el tiempo de vida que les queda a sus padres o a sus suegras,

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