Hamlet (William Shakespeare) Libros Clásicos

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POLONIO, LAERTES y su hermana OFELIA, señores y acompañamiento.

REY
Aunque la muerte de mi amado hermano Hamlet
sigue viva en el recuerdo, y procedía
sumirse en el dolor y fundirse todo el reino
en un solo semblante de tristeza,
no obstante, tanto han combatido la cordura
y el afecto, que ahora le lloro con buen juicio
sin haber olvidado mi persona.
Por eso, a quien fuera mi cuñada, hoy mi reina,
viuda corregente de nuestra guerrera nación,
con, por así decir, la dicha ensombrecida,
con un ojo radiante y el otro desolado,
con gozo en las exequias y duelo en nuestra boda,
equilibrando el júbilo y el luto,
la he tomado por esposa. Y no he desestimado
vuestro buen criterio, que siempre prodigasteis
en el curso de este asunto. Por todo ello, gracias.
Ahora sabed que Fortinbrás el joven,
juzgando mal nuestra valía o creyendo
que, tras la muerte de mi amado hermano,
la nación está descoyuntada y en desorden,
y movido por sueños de ventaja,
no ha dejado de asediarme con mensajes
que reclaman la entrega de las tierras
perdidas por su padre y en buena ley ganadas
por mi valiente hermano. Esto, en cuanto a él.

Entran VOLTEMAND y CORNELIO.

Respecto a mí y a la presente reunión,
el caso es como sigue: he escrito esta carta
al rey noruego, tío de Fortinbrás el joven,
quien, sin fuerzas y postrado, apenas sabe
la intención de su sobrino, pidiéndole
que detenga su avance, ya que toda
la tropa reclutada se compone
de súbditos suyos. Y así os envío,
queridos Cornelio y Voltemand,
como portadores de mi saludo al viejo rey,
sin daros más poder personal
para negociar con el noruego que el fijado
ampliamente en estas cláusulas. Adiós,
y que vuestra rapidez sea prueba de lealtad.
VOLTEMAND
En esto como en todo veréis nuestra lealtad.

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