Macbeth (William Shakespeare) Libros Clásicos

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se acusa y excluye a sí mismo, renegando
de su sangre? Vuestro augusto padre
era un rey sacrosanto, y vuestra madre, la reina,
más veces de rodillas que de pie,
moría cada día de su vida. Adiós.
Los males que os habéis imputado
me desterraron de Escocia. Pecho mío,
aquí acaba tu esperanza.
MALCOLM
Macduff, toda esa noble emoción,
hija de la integridad, borra de mi alma
mis negras sospechas y reconcilia mi ánimo
con tu honor y verdad. Con tretas semejantes
el diabólico Macbeth ha intentado
ganarme para sí, mas la prudente mesura
frena mi credulidad. Desde ahora,
poniendo por testigo al Dios del cielo,
me entrego a tu guía y me retracto
de las acusaciones que me hacía: me desdigo
de los vicios y defectos que me he imputado
por extraños a mi ser. Todavía
no conozco mujer, nunca he perjurado,
apenas codicié lo que era mío,
nunca he sido desleal, jamás traicionaría
al diablo con los suyos y amo tanto
la verdad como la vida. Mi primera falsedad
ha sido ésta, conmigo. El que soy realmente
tuyo es, y al servicio de mi patria.
A ella, antes de que tú llegases,
se disponía a partir el viejo Siward
con diez mil hombres aguerridos y dispuestos
Vayamos todos juntos y sea feliz el resultado
como justa es nuestra causa. ¿Por qué callas?
MACDUFF
No es fácil conciliar a la vez
lo agradable con lo desagradable.

Entra un MÉDICO.

MALCOLM
Ahora seguimos. –
¿Podéis decirme si va a salir el rey?
MÉDICO
Sí, señor. Hay una pobre multitud
esperando a que les cure: su dolencia
desafía nuestro arte, pero él los toca
(tal santidad el cielo dio a su mano)
y en seguida están curados.
MALCOLM
Gracias, doctor.

[Sale el MÉDICO.]

MACDUFF
¿A qué dolencia se refiere?
MALCOLM
La llaman el mal del rey .

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