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¡Cómo luce tu altanero orgullo de flor de lis! cuando habla ese caballero con traje de mosquetero del tiempo de algún rey Luis...
Coqueta, linda coqueta, risueñamente locuaz: escondida y bien sujeta lleva siempre la careta debajo del antifaz.
Pues que está oculta la hermosa la fina mano enguantada, ¡van, en la seda olorosa, cinco lirios color rosa corriendo una mascarada!
Como adivino un deseo
de burla, en tu voz, y tienes la gracia del discreteo, me disfrazaré de Orfeo para domar tus desdenes.
¿Qué es esa melancolía que a conturbar así llega el alma de tu alegría?... ¡Bien haya la bizarría del gesto que te doblega!
¡Ensueño de marmitones, triste y loca fregatriz que, por breves ilusiones, abandona sus fogones en traje de emperatriz;
Por la gloria de la gracia de tu altivez de heroína, de tan bella aristocracia, ha claudicado la acracia del changador de la esquina.
Modista, pobre tendera, o esclava del obrador: vestida de primavera, ya rendirás al hortera, tenorio de mostrador.
Flor que aroma el delincuente búcaro del cafetín, loca máscara insolente que aguarda lista, impaciente, su gallardo bailarín.
Ebrio de amor y de vino, sensual donaire guarango lucirá tu cuerpo fino, esta noche en el Casino cuando te entusiasme el tango.
Muchacha conventillera que, en apuros maternales, pasaste la noche entera arreglando esa pollera, honra y prez de los percales,
ya, despertando las ganas de otras de la vecindad, irás con tus dos hermanas, Tersicores suburbanas, a un baile de sociedad...
Mascarita... viejecita, ¡en que deslumbrantes fugas va tu añoranza bendita!... ¡Viejecita, mascarita de careta con arrugas!.