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a la habitación de don Telmo, y desde allí se puso a oír.
-¿De manera que se niega a dar más datos? -preguntaba don Telmo.
-Se niega en absoluto -decía el estudiante-; y él me aseguró que el que
no apareciera el nombre de Fermín Núñez de Letona en el libro
parroquial era consecuencia de una falsificación; que esto lo mandó
hacer un tal Shapfer, agente de Bandon, y que luego los curas se
aprovecharon para apoderarse de unas capellanías. Yo tengo la
certidumbre de que el pueblo en donde nació Fermín Núñez fue Arnedo
o Autol.
Don Telmo contemplaba atentamente un pliego de papel grande: el
árbol genealógico de la familia de Roberto.
-¿Qué camino cree usted que debía seguir? -preguntó el estudiante.
-Necesita usted dinero; pero ¡es tan difícil encontrarlo! -murmuró el
viejo-. ¿Por qué no se casa usted?
-¿Y qué adelantaría?
-Con una mujer rica es lo que digo...
Aquí don Telmo se puso a hablar en voz baja, y tras breves palabras se
despidieron los dos.
El espionaje de los huéspedes se hizo tan fastidioso para los espiados,
Pío Baroja
que la vizcaína y don Telmo advirtieron a la patrona que se marchaban.
La desolación de doña Casiana al saber su decisión fue grandísima; tuvo
que recurrir varias veces al armario y dedicarse a los consuelos del
líquido fabricado por ella.
Los huéspedes, con la fuga de la vizcaína y don Telmo, se encontraron
tan chasqueados, que ni los líos de la Irme y la Celia, ni los cuentos del