Página 24 de 454
quien tan osado entró por este reino; 90
que vuelva solo por la loca senda;
pruebe, si sabe, pues que tú te quedas,
que le enseñaste tan oscura zona.» 93
Piensa, lector, el miedo que me entró
al escuchar palabras tan malditas,
que pensé que ya nunca volvería. 96
«Guía querido, tú que más de siete
veces me has confortado y hecho libre
de los grandes peligros que he encontrado, 99
no me dejies -le dije- así perdido;
y si seguir mas lejos nos impiden,
juntos volvamos hacia atrás los pasos.» 102
Y aquel señor que allí me condujera
«No temas -dijo- porque nuestro paso
nadie puede parar: tal nos lo otorga. 105
Mas espérame aquí, y tu ánimo flaco
conforta y alimenta de esperanza,
que no te dejaré en el bajo mundo.» 108
Así se fue, y allí me abandonó
el dulce padre, y yo me quedé en duda
pues en mi mente el no y el sí luchaban. 111
No pude oír qué fue lo que les dijo:
mas no habló mucho tiempo con aquéllos,
pues hacia adentro todos se marcharon. 114
Cerráronle las puertas los demonios
en la cara a mi guía, y quedó afuera,
y se vino hacia mí con pasos lentos. 117
Gacha la vista y privado su rostro
de osadía ninguna, y suspiraba:
« ¡Quién las dolientes casa me ha cerrado!» 120
Y él me dijo: «Tú, porque yo me irrite,
no te asustes, pues venceré la prueba,
por mucho que se empeñen en prohibirlo. 123
No es nada nueva esta insolencia suya,
que ante menos secreta puerta usaron,
que hasta el momento se halla sin cerrojos. 126
Sobre ella contemplaste el triste escrito:
y ya baja el camino desde aquélla,
pasando por los cercos sin escolta, 129
quien la ciudad al fin nos hará franca.
CANTO IX
El color que sacó a mi cara el miedo 1
cuando vi que mi guía se tornaba,