Odisea (Homero) Libros Clásicos

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Entró en el dormitorio por la correa del pasador, se colocó sobre la cabeza de Penélope y le dijo su palabra:
«Penélope, ¿duermes afligida en tu corazón? No, los dioses que viven fácilmente no van a permitir que llores ni te aflijas, pues tu hijo ya está en su camino de vuelta, que en nada es culpable a los ojos de los dioses.»
Y le contestó luego la discreta Penélope, durmiendo plácidamente en las mismas puertas del sueño:
«Hermana, ¿por qué has venido? No sueles venir con frecuencia, al menos hasta ahora, ya que vives muy lejos.
«Así que me mandas dejar los lamentos y los numerosos dolores que se agitan en mi
interior, a mí que ya he perdido mi marido noble y valiente como un león, dotado de toda clase de virtudes entre los dánaos, cuya fama de nobleza es extensa en la Hélade y hasta el centro de Argos. Ahora de nuevo mi hijo amado ha partido en cóncava nave, mi hijo inocente desconocedor de obras y palabras. Es por éste por quien me lamento más que por aquél. Por éste tiemblo y temo no le vaya a pasar algo, sea por obra de los del pueblo a donde ha marchado o sea en el mar. Pues muchos enemigos traman contra él deseando matarlo antes de que llegue a su tierra patria.»
Y le contestó la imagen invisible:
«Ánimo, no temas ya nada en absoluto. Ésta es quien le acompaña como guía, Palas Atenea -pues puede-, a quien cualquier hombre desearía tener a su lado. Se ha compadecido de tus lamentos y me ha enviado ahora para que te comunique esto.»
Y le contestó a su vez la prudente Penélope:
«Si de verdad eres una diosa y has oído la voz de un dios, vamos, háblame también de aquel desdichado, si vive aún y contempla la luz del sol o ya ha muerto y está en el Hades.»
Y le contestó y dijo la imagen invisible:
«De aquél no te voy a decir de fijo si vive o ha mu erto, que es malo hablar cosas vanas.»
Así diciendo, desapareció en el viento por la cerradura de la puerta. Y ella se desperezó del sueñó, la hija de Icario. Y su corazón se calmó, porque en lo más profundo de la noche se le había presentado un claro sueñ o.

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