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En medio de esta vida que transcurría por la mañana con los sabios y por la noche en bailes de embajadores, nunca el amor llegó a rozar el corazón de la rica heredera. Los franceses la divertían, pero no le llegaban al alma.
Desde luego decía a su madre que los alababa a menudo, son los hombres más atractivos del mundo. Admiro su brillante ingenio, cada día me sorprende y divierte su finísima ironía; pero ¿no le parecen afectados y ridículos en cuanto intentan parecer emocionados? ¿ Acaso su emoción se ignora a sí misma alguna vez?
A qué vienen esas críticas? contestaba la prudente señora de Vanghel. Si no te gusta Francia, vuélvete a Konigsberg; pero no olvides que tienes diecinueve años y que yo puedo faltarte; piensa en buscar un protector. Si yo muriera añadió sonriendo y con un gesto melancólico , el gran duque de C. te haría casarte con su ayudante de campo.
Un hermoso día de verano, la señora de Vanghel y su hija fueron a Compiegne a una cacería del rey. Las ruinas de Pierrefonds, que Mina divisó de pronto en medio del bosque, la impresionaron muchísimo. Esclava todavía de los prejuicios alemanes, todos los grandes monumentos que encierra París, esa «nueva Babilonia, le daban la impresión de algo seco, irónico y maligno.
Las ruinas de Pierrefonds le parecieron conmovedoras como lasos viejos castillos que coronan las alturas del Brocken r. Mina lo ir su madre a detenerse unos días en la pequeña posada del pueblo de Pierrefonds. Estaban allí muy mal. Vino un día de lluvia. Mina, atolondrada como a los doce años, se quedó en la puerta de , la cochera viendo caer la lluvia. Vio un letrero anunciando la venta .de una tinca. Pasado un cuarto de hora estaba en casa de un notario acompañada por una sirvienta de la hostería, que la tapaba con un paraguas. Al notario le sorprendió mucho ver a aquella joven tan sencillamente vestida discutir con él el precio de una finca de varios centenares de miles de francos, proponerle en seguida firmar un compromiso y entregar como señal del trato unos cuantos billetes de mil francos del Banco de Francia.